Ayer hablé de
la marca de la bestia y explicaba el valor numérico de las letras. Como dije,
los griegos y los hebreos no tienen símbolos diferentes para definir los números
como nosotros.
Al igual que los romanos, utilizan la letras de sus alfabetos,
así en griego la letra alfa representa el 1 y la beta el 2, etc. podríamos
seguir así sucesivamente hasta el ápice, que es el 10. Después Kappa es 20, tau
300 y seguimos hasta omega, que es 800. Estos valores los podemos ver en la
siguiente tabla para su mejor comprensión.
Letra
|
Nombre
|
Valor
|
Letra
|
Nombre
|
Valor
|
Letra
|
Nombre
|
Valor
|
||
α
|
alpha
|
1
|
ι
|
iota
|
10
|
ρ
|
ro
|
100
|
||
β
|
beta
|
2
|
κ
|
kappa
|
20
|
σ
|
sigma
|
200
|
||
γ
|
gamma
|
3
|
λ
|
lamda
|
30
|
τ
|
tau
|
300
|
||
δ
|
delta
|
4
|
μ
|
mu
|
40
|
υ
|
upsilon
|
400
|
||
ε
|
epsilon
|
5
|
ν
|
nu
|
50
|
φ
|
phi
|
500
|
||
ζ
|
zeta
|
7
|
ξ
|
xi
|
60
|
χ
|
chi
|
600
|
||
η
|
eta
|
8
|
ο
|
omicron
|
70
|
ψ
|
psi
|
700
|
||
θ
|
theta
|
9
|
π
|
pi
|
80
|
ω
|
omega
|
800
|
De esta manera
se puede tomar las letras de cualquier palabra o nombre y sumando su valía
podemos obtener el valor numérico de ello. A este proceso se denomina Gematria,
que me habréis oído hablar de ello cuando explico la iconografía e iconología
de la los arcos góticos del siglo XV de la catedral de Cuenca, donde tuve que
emplearme a fondo para saber su significado y su catequética.
De esta manera
hallamos el nombre de Jesús, que en griego sería “Ιησους”, sustituyendo cada letra por su valor y las
sumamos, obtenemos la cifra: 888.
Ι
|
=
|
10
|
η
|
=
|
8
|
σ
|
=
|
200
|
ο
|
=
|
70
|
υ
|
=
|
400
|
ς
|
=
|
200
|
888
|
Cuando hablé
del poder de la Bestia, hacía referencia al capítulo 13 del Apocalipsis, donde
se le da poder de actuar a la Bestia, durante cuarenta y dos meses y hacerle la
guerra a los santos y vencerlos (Ap.13, 7). Hoy entramos en el capítulo 14
donde habla del acompañante del Cordero, de los Ángeles anunciando la hora del
Juicio y de la siega y la vendimia de las naciones.
Al inicio del
capítulo 14 dice: “seguí mirando, y había
un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y
cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre
del Padre…” (Ap. 14, 1). Si comparamos el final del capítulo 13 con el
principio del 14 vemos un gran contrate, la bestia estaba representada con el
número 666 y Cristo, el cordero está representado por el nombre que contiene el
número 888. En este capítulo 14 Juan describe una visión de los 144.000 siervos
de Dios. Ellos son introducidos por primera vez en el capítulo 7, donde se les
describe como 12.000 de cada una de las tribus de Israel que están sellados en
la frente. La gran diferencia que se aprecias es que son como Jesús. Nacieron a
semejanza Adán, pero se han convertido en 888. Dios los ha reconocido como
totalmente suyos sellándolos o marcándolos con su sello. Estas son las personas
que tiene la mente de Cristo.
Mientras que
en el capítulo 13 nos habla de un rendimiento del hombre al maligno, en este
otro nos habla de un resurgimiento y una lucha contra el género del mal. “Estos siguen al Cordero a donde quiera que
vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como primicia para Dios y para
el Cordero, y en su boca no se encontró mentira: no tienen tacha” (Ap.14,
4-5). Leamos estos versículos lentamente para poder captar la visión del plan
de Dios.
Iconografía de los tres ochos. Siglo XV
Catedral del Cuenca
|
La gematría es
caprichosa y vemos como en muchos de los títulos que se le da a Jesús aparece el
número ocho, para muestra un botón: Señor (Κυριος) tiene el
valor de 800; Salvador (Σωτηρ) 1408.
Y
como caprichosa es la iconografía también podemos encontrar el 8 y el 888 en
nuestra Catedral. Es un símbolo que no podía pasar desapercibido en el siglo XV
para nuestro Obispo Lope Barrientos (primer catedrático de prima de Teología de
la Universidad de Salamanca en 1433). Los tres ochos apareces entrelazados y el 8 tumbado lo constituye un dragón serpiente, y con ellos nos hablan de la venida de
Cristo a la tierra de su doctrina basada en el amor y la entrega a los demás y
del ocho tumbado. En la actualidad conocemos este símbolo con el nombre de infinito, pero hay que saber que hasta
el siglo XIX no comienza a ser usado como tal.
Iconografía del símbolo de infinito. Siglo XV
Catedral de Cuenca
|
El
ocho ∞
tumbado es un símbolo muy antiguo, aparece en la cruz de San Bonifacio que
murió en el año 754. Pero el honor de haber sido el primero en emplearlo, en
sentido matemático, fue el británico John Wallis por el año 1655, con el ocho
tumbado quiso representar el infinito en su obra “De sectionibus conicis”. Nunca dio ninguna explicación del porqué
eligió esta forma de representarlo, pero se especula que pudo ser una
deformación del símbolo que se empleaba en el Imperio Romano para indicar el
valor 1000, aunque los romanos la forma de representar el número 1000 era a
través de la letra “M” mayúscula. Originalmente esa cantidad se representaba
con los gráficos “CI” o “C” que podría haber degenerado en un ocho tumbado,
otras opiniones son que se podría haber inspirado en la última letra del
abecedario griego que es la omega Ω, intentando de este modo expresar que el
infinito sería siempre el último termino de cualquier serie que no tuviera
solución exacta.
De
una manera u otra hay que reconocer que la posee la iconografía marginalista del
siglo XV y que está situada en la parte que hace referencia al capítulo 12 del
Apocalipsis, titulado: “Visión de la Mujer y el Dragón”. Inicia así: “Una gran señal apareció en el cielo: una
Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce
estrellas sobre su cabeza…” (Ap.12,1).
Terminando así el capitulo: “…Entonces
despechado (el Dragón) contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de
sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio
de Jesús” (Ap.12,17).
Capilla Virgen del Sagrario |
También
es conveniente recordar que las figuras geométricas constituidas por el
octógono, como la bóveda de la capilla de la Virgen del Sagrario (ocho ventanas), no se limitan
a representar un símbolo mandálico, sino que representan el camino del mundo
terrenal al celestial, por ello la cúpula está decorada por los siete Arcángeles y el Ángel Custodio, junto con las las virtudes.
Y
después de todo esto, quien tenga oídos para oír que oiga.
Cuenca,
28 de marzo de 2020.
José
María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario