Esta fiesta
fue proclamada solemnemente por Pío XII en primer día de mayo de 1955, ante una
muchedumbre de más de ciento cincuenta mil trabajadores congregados en la plaza
de san Pedro.
Pío XII hizo
algo que tiene una larga tradición en la Iglesia, superponer su sentido
cristiano a la popularidad de fiestas paganas: la jornada internacional del
proletariado (en recuerdo de los llamados “mártires de Chicago” de 1886) pasaba
a ser también el día de san José Obrero, artesano o trabajador, como se quiera
llamar actualmente.
San José Obrero. |
Históricamente
hablando, la iniciativa no tuvo éxito y desde entonces no es más, por decirlo
así, que una celebración en familia que no ha cristianizado la fecha,
provocando más bien reacciones hostiles e injuriosas. El carpintero de Nazaret,
sin comerlo ni beberlo, se ha visto acusado de esquirol. Hay una excepción y es
en nuestra querida Cuenca al recibir las casas sociales del poblado Obispo la
Plana, también llamado “Las Quinientas” al celebrar este día como patrón del
barrio a san José Obrero que con tanta veneración cada año sacan en procesión y
festejan.
Centrándonos
de nuevo en la figura de san José y los hechos acaecidos con arreglo a los
cambios y mejoras de los trabajadores, ya san Pablo decía a los gálatas que “si
buscase agradar a los hombres no sería siervo de Cristo”, la visión
sobrenatural no suele ser del gusto de casi nadie, se prefieren cosas más
tangibles, como la explotación del hombre por el hombre o la lucha de clases,
cuando no ambas a la vez, y el modelo de José, como se dice en términos de
publicidad, vende muy mal.
Claro que
desde 1889 empezó a celebrarse esta fiesta proletaria reivindicando los tres
ochos (ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de educación, estas
últimas sustituibles en la actualidad por ocho de televisión), en estos ideales
la justicia y la quimera, a menudo tan degradada, se han mezclado
desconcertantemente.
El primero de
mayo unos se lanzan a la calle agitando banderas, otros se acuerdan de san
José; hay quien aspira a transformar socialmente le mundo, la Iglesia también,
pero sin olvidar que tiene una exigencia mayor en cuento a la felicidad y que
aspira a transformar las almas.
Publicado en Cuenca, 1 de
mayo de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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