viernes, 4 de agosto de 2023

La Virgen de las Nieves. 5 de agosto.


Según una vieja tradición romana, que se remonta por lo menos al siglo XI, un caballero cristiano, llamado Juan, en tiempo del Papa Liberio (352-366), vivía en Roma en unión pacífica con su mujer, de noble alcurnia, entregado a las obras de celo y caridad. Poseían una gran fortuna y no sabían que destino darle, porque el Señor les había privado de hijos.
Virgen de las Nieves. Catedral de Cuenca.

Los dos tuvieron una inspirada idea. Declarar heredera universal de cuanto poseían a la Santísima Virgen, y así se lo prometieron. Pero no sabían cuál sería la obra más grata a los ojos de la celestial Señora.
La noche del 5 de agosto del año 352 un sueño vino a sacarles de dudas. Vieron que la Virgen les hablaba y les decía que le erigiesen una iglesia en la ciudad de Roma, allí donde a la mañana siguiente viesen la tierra cubierta de blanca y purísima nieve.
Al día siguiente apareció efectivamente una parte de la explanada del monte Esquilino cubierta de nieve. El Papa Liberio había tenido también la misma comunicación divina. No cabía, duda de la voluntad de la Virgen. La revelación simultanea al patricio Juan, a su mujer y al Pontífice, y el milagro de la nieve en una noche de agosto romano, eran prueba concluyente.
Este fue el origen de la gran basílica romana, que hoy conocemos con el nombre de Santa María la Mayor, y de la fiesta que hoy celebramos, Nuestra Señora de las Nieves.
La basílica se llamó en un principio de Liberio o Liberiana, porque se empezó bajo este Papa. Luego recibió el nombre de Santa María ad Praesepe o del Pesebre, cuando se trasportó allí la parte lígnea del pesebre en que fue reclinado el Señor y que hoy se conserva en el oratorio bajo la capilla Sixtina o del Sacramento.

El año 435 el Papa Sixto III amplió la basílica y la decoró con magnificencia regia, por lo que empezó a llamarse basílica de Sexto. El nombre que a prevalecido sobre los demás es el actual de Santa María la Mayor. Así es la diferencia de las otras iglesias, casi innumerables, que hay en Roma, en honra de la Virgen María. La primera y principal es ésta del monte Esquilino.
Frente por frente de la capilla Sixtina o del Sacramento esta la Paulina, en cuyo altar central está una de las imágenes más antiguas y devotas de la Santísima Virgen llamada de San Lucas y que es probablemente obra del siglo IX. En épocas de hambre y peste ha sido sacada muchas veces en procesión. El pueblo romano y el mundo entero le profesan una devoción singular, correspondiendo a ella la celestial Señora con gracia y beneficios extraordinarios.
La crítica moderna no encuentra suficientes pruebas a favor del milagro de la nieve, que la tradición pone en el origen de esta gran basílica romana, sólo comparable con las otras tres mayores de San Pedro, San Pablo y San Juan de Letrán. Sea lo que fuere de la verdad del hecho, nada tan simbólico de la pureza y celestial grandeza de la Virgen como la nieve pura, blanca y compacta en medio de los calores abrasantes de agosto. Lo que es la nieve en el verano, eso es la Virgen en la tierra. Un prodigio de la mano omnipotente del Creador y un consuelo y refrigerio para los desterrados hijos de Eva.

Publicado en Cuenca, 5 de agosto de 2019 y 5 de agosto de 2023.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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