lunes, 22 de abril de 2024

San Jorge, mártir 23 de abril.

La verdadera historia de san Jorge según el martirologio.

Hoy festejamos a san Jorge. La iconografía lo ha representado con frecuencia con caballo, lanza, espada, casco y armadura, enfrentándose y venciendo a un terrorífico dragón. Muchas historias se han creado en torno a este santo. Este día es especial para Aragón y Cataluña. Es el santo Patrón de Bulgaria, Etiopía, Georgia, Inglaterra y Portugal.

En Cataluña este día es tradición el intercambio de rosas y libros entre las parejas, convirtiéndose en una de las jornadas más popular del año.

Para Aragón, es el día del patrón de la Comunidad. Cuenta la leyenda que siendo rey de Aragón Pedro I, comenzó la conquista de Huesca, que se encontraba en manos del Taifa de Zaragoza. La batalla que se entabló fue muy dura y los cristianos confiando plenamente en Dios, vieron descender del cielo, montado a caballo y con una gran cruz en la mano, a san Jorge, los moros que vieron tal prodigio se vinieron abajo y fueron derrotados.

También se celebra el Día Mundial del libro por la Resolución 3.18 que la Unesco, en 1995 proclamó y aprobó en su 28ª reunión.

Pero, hoy que tengo tiempo quiero relataros la verdadera historia de este Santo, según el martirologio. Aunque su historia es muy larga intentaré resumirla sin perder la esencia que entraña la vida de este gran personaje de la historia del cristianismo.

San Jorge es llamado por los griegos el “gran mártir”, nació en Capadocia, en el seno de una familia ilustre y distinguida por la nobleza. Su calidad y distinción le obligaron a seguir la profesión de las armas; y como era un joven valiente y el más culto de todo el ejército, en poco tiempo el emperador Diocleciano lo premió dándole a su cargo una compañía y le hizo maestro de campo.

No pasó mucho tiempo cuando el Emperador emprendió la labor de limpiar de sacrílegos su imperio y Jorge desde los primeros anuncios se consideró como víctima destinada al sacrificio.

Como tenía el grado de Oficial General, era miembro del consejo del Emperador, y comprendió que esto le obligaba a declarar sus creencias cristianas de los primeros, dando pruebas de su fe y no disimulando su religión. Así que al morir su madre vendió su rica herencia y la repartió entre los pobres. Despojado ya de todo lo que le ataba a este mundo entró en la sala del consejo.

Habiendo propuesto el Emperador limpiar y exterminar a todo cristiano, se levantó de su asiento y con respeto contradijo las palabras de Diocleciano con mucha gracia, energía se hizo escuchar con admiración y con respeto. Exhortó al Emperador  que revocara su edicto, que sólo se dirigían a oprimir violentamente a los inocentes.

Había ya acabado de hablar y por momentos el consejo quedó enmudecido. El Emperador, aún más aturdido, mandó al cónsul Magnencio, que respondiera a Jorge: “Bien se conoce, le dijo el cónsul, por el desahogo con que has hablado en presencia del Emperador, que eres uno de los principales de esta secta; tu confesión confirma tu insolencia, pero nuestro augusto Príncipe, defensor de los dioses del imperio, sobra vengarlos de tu impiedad."

"Si la impiedad ha de castigarse, respondió Jorge, no sé yo que haya otra más abominable que la de atribuir a las criaturas, aún a aquellas que son inanimadas, los soberanos títulos y derechos propios y peculiares de la divinidad. No puede haber más que un solo Dios verdadero: este es aquel a quien yo sirvo y adoro. Sí, cristiano soy, y de este nombre me glorío, no aspirando a mayor dicha en esta vida, que a darla derramando toda mi sangre por aquel Señor de quien la recibí”.

Enfurecido el Emperador al oír este discurso y temiendo un levantamiento del consejo, lo hizo detener y encarcelar.

El primer efecto de Diocleciano fue atormentarlo. Mandó atarle a una rueda sembrada de agudas puntas de acero, y a cada vuelta que daba sobre él le levantaba pedazos de carne. Quedaran atónitos los verdugos al comprobar la alegría con que Jorge se tomaba el suplicio y ya cuando lo suponían muerto, le hallaron enteramente sano de todas las heridas. Ello llevo a la conversión de sus propios verdugos.

El acero, el fuego, la cal viva, de todo se valieron para combatir su resolución y su fe, pero la firmeza y aún la alegría que manifestaba en cada tormento que el mismo Emperador temió una conversión general de toda la ciudad, y aún se asegura que la emperatriz Alejandra se convirtió y que mereció la corana del martirio.

Viendo que era inútil cualquier tormento, mandó que fuera conducido a su presencia y le dijo: “Jorge, no sin gran dolor, me he visto precisado a mandar se ejecutase contigo todo el rigor de los edictos publicados contra los enemigos de mi imperial religión. No puedes ignorar la grande estimación que siempre he hecho de tu mérito; y el puesto que ocupas en mis ejércitos, es buena prueba de mi bondad. El único obstáculo que puede oponerse a tu fortuna, será tu obstinación: eres joven; logras toda la gracia del Emperador; el favor añadido al mérito te prometen los primeros cargos del imperio. ¿En qué te detienes para volver a tu obligación, y para aplacar con tus sacrificios la cólera de los dioses?

Suplicó Jorge al Emperador que le mandase conducir al templo para ver aquellos dioses a quien su Majestad Imperial quería que ofreciese sacrificio. No dudó ya Diocleciano que su suavidad y sus promesas habían finalmente vencido.

Fue conducido al templo acompañado de innumerable pueblo, apenas descubrió la estatua de Apolo, cuando le preguntó Jorge: ¿Dime, eres Dios? No soy Dios, respondió la estatua, con voz terrible, que estremeció a los presentes: Pues venid acá espíritu maligno, ángeles rebeldes, condenados por el verdadero Dios al fuego eterno; ¿cómo tenéis atrevimiento para estar en mi presencia, que soy siervo de Jesucristo? Al decir estas palabras, acompañadas con la señal de la cruz, se oyeron en el templo gritos horribles, aullidos espantosos, y se vieron caer derribados por mano invisible todas las estatuas, haciéndose pedazos contra el suelo.

El Emperador ante este hecho mandó al instante que le cortaran la cabeza, lo que sucedió el 23 de abril del año 290.

Tanto la Iglesia de Oriente como de Occidente han celebrado culto a la memoria de este ilustre Mártir. Se asegura que ya desde el siglo V se han dedicado y levantado iglesias. Algunas órdenes militares toman el nombre de san Jorge como fundada por el emperador Federico IV, primer archiduque de Austria, en el año 1470; otra en la república de Génova y en año 1200 se fundó con el nombre de los caballeros de san Jorge en Aragón. También los ejércitos cristianos suelen ponerse bajo su protección.

Como he dicho al principio del artículo, se le representa a caballo, armado de todas las armas posibles de un caballero, con lanza en mano acometiendo a un dragón para defender a una doncella, que teme ser despedazada o violentada con sus garras. Pero esto más símbolo que historia como habéis visto. La doncella quiere representar la pureza de la Iglesia que es defendida de la idolatría que representa el dragón. Esta representación degeneró en mil leyendas que vino a parar con el tiempo en cientos de supersticiones que son el origen de fábulas que no venden la verdadera historia de san Jorge.

Publicado en Cuenca, 23 de abril de 2020. Actualizado el 23 de abril de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

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