domingo, 28 de abril de 2024

San Pedro de Verona, mártir. (1206-1258). Festividad del 29 de abril.

   La fe es el tesoro más precioso, no sólo para cada alma en particular sino aun para los estados y el mundo en general. Por esto, en las épocas de intensa religiosidad, como en la Edad Media, la herejía era considerada como un delito y, después del anatema de la Iglesia, seguía el castigo de la autoridad civil.

San Pedro, dominico ilustre del siglo XIII, murió en su oficio de inquisidor el 6 de abril de 1252, a los cuarenta y seis años. Había nacido en Verona en el año 1206, cuando en las ciudades del norte de Italia pululaban los herejes valdenses, albigenses, pobres de Lyón, cátaros y patarinos. En el seno mismo de su familia reinaba el desconcierto religioso y la herejía. Providencialmente, estudiando en la Universidad de Bolonia, conoció a santo Domingo de Guzmán y, por gracia espiritual de Dios, se decidió a verter el hábito blanco de los Hermanos Predicadores. Desde entonces su vida entera es un anhelo constante de lucha para convertir herejes, defender la verdad, deshacer sofismas, combatir errores.

Poseía un don especial para la predicación y conversón de los herejes. Sus superiores lo envían a predicar a la Toscana, a la Romaña, la Marca de Ancona, a Bolonia y a Milán. El año de 1232, Gregorio IX, conocedor de su ciencia y de su celo, lo nombra inquisidor general. No por esto interrumpe su cargo de predicador. Los milagros son ya la confirmación y la fuerza de sus palabras. En Milán siente un día el peso de la batalla y la nube gris del desaliento. Se postra ante los pies de la Virgen y oye en el secreto del alma aquellas palabras del Evangelio: “Pedro, yo he regado por ti para que tu fe no desfallezca. Adelante y persevera en tu primer trabajo”. Desde aquel día el celo de la fe crece en su corazón.

De Milán pasa a Cesena; de Cesena a Ravena, Mantua y Venecia. Viene a Como, nombrado prior del convento, con la experiencia de gobierno que había adquirido en las casas de Plasencia, Génova y Aosta. La luz de la verdad brilla por dondequiera que pasa. Tiene en sus labios la fuerza del Evangelio de Cristo. Dios le ha hecho presentir su muerte.

Un día predicando termina con estas palabras: “Yo sé que la sinagoga de los malvados ha decidido mi muerte, sé que va está depositado el dinero que se ha de dar al asesino. Hágase como quieren. No tardarán en darse cuenta de que mi muerte va a hacerles más daño que mi vida”.
Martirio de san Pedro de Verona.

Esto lo decía el Miércoles Santo. El 5 de abril va a Coma de Milán, solo, rezando el Salterio, cuando en un bosque, a las dos de la tarde, le sorprende un asesino, que le descarga un golpe de hacha en la cabeza. El mártir cae al suelo, tiene serenidad para ponerse de rodillas, reza el Credo, ofrece su vida en sacrificio y con la misma sangre que sale a borbotones de su cabeza, escribe en la tierra estas palabras, que se han hecho clásicas en las representaciones del Santo: “Credo in Denun” – Creo en Dios. Su asesino se convirtió después. El Papa Inocencio IV decretó su canonización el año siguiente y Sixto V introdujo su nombre en el calendario de la Iglesia universal.

Publicado en Cuenca, 29 de abril de 2020. Actualizado el 29 de abril de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.










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