martes, 9 de abril de 2024

San Dimas el buen ladrón (Siglo I) Festividad del día 10 de abril.

   San Dimas es el primer santo de la cristiandad proclamado por el propio Jesucristo en la cruz momentos antes de morir, según el evangelio de san Lucas, que antes de acabar el día estaría con Él en el paraíso.

Como es de dominio público a Jesús se le crucificó en el Gólgota, a las afueras de Jerusalén, acompañado de dos ladrones: uno a la izquierda y otro a la derecha. El de la derecha reconoció a Cristo como el Salvador y le pidió que no se olvidara de él cuando estuviera en su reino.
San Dimas.

Como lo mío es la iconografía, les diré que ambos son representados de muy distinta forma, mientras que a Dimas se le pone mirando a la cara a Jesús y manteniendo una actitud serena, al mal ladrón se le representa mirando al otro lado y con notables signos de dolor. En ciertas pinturas aparece un ángel acompañando al buen ladrón y un demonio al otro condenado.

Hay dos fechas para este santo, una el veinticinco de marzo y otra hoy, 10 de abril, el motivo no lo sé, tal vez puede ser cambiante como la Semana Santa, la verdad es que hoy lo trae mi santoral, por lo que hablaré de este Santo. Diría que hoy al coincidir con el Viernes Santo viene al pelo.

Dimas, naturalmente patrón de los ladrones, es el viñador de la hora undécima, y sólo por haberlo pedido tras arrepentirse al reconocer que era justo que se le castigara, obtiene la seguridad de salvarse, se le da cita en el Cielo: “En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Mc.17,27- Lc.23, 39-43).

Casi nada sabemos de cierto sobre Dimas, pero seguro que debía ser alguien poco recomendable, quizás un salteador de caminos, un, desde luego un individuo al que veríamos con justificada desconfianza y al que nos guardaríamos mucho de invitar a nuestra casa. Y eso es precisamente lo que hace Jesús, invitarle a su casa.

Para ello basta una petición: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Una oración muy sencilla y muy pura, que no pide nada terreno; a diferencia de su compañero, el llamado Gestas, no pide que se le salve de la cruz, ni invoca ningún merecimiento personal, como acostumbran a hacer nuestras plegarias.

San Dimas, el bandido ajusticiado, que inspiraría horror o tal vez comprensión a cualquier cristiano honorable, resulta que sabe rezar mejor que nosotros, y Jesús antes de morir le promete lo que no prometió tan explícitamente a nadie más, la gloria eterna. Por saber pedir, cuando todo estaba perdido, con infinita humildad y con esperanza.

Publicado en Cuenca, 10 de abril de 2020 y el 10 de abril de del 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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