domingo, 31 de marzo de 2024

San Francisco de Paula, confesor. Festividad del 2 de abril.

   El fundador de los Mínimos nació en Paula, pequeña ciudad de Calabria, en el año 1416. Fruto de bendiciones y de oraciones, le pusieron sus padres el nombre de Francisco, por devoción al gran Patriarca de asís, a cuya intercesión lo atribuyeron.
San Francisco de Paula.

La valiosa protección de su Patrono se hizo sentir de nuevo en una enfermedad que amenazaba hacerle perder un ojo. Los padres prometieron tenerlo un año en un convento de la Orden si curaba. En cumplimiento del voto, el niño vivió de los trece a los catorce años en el convento de san Marcos que había en Paula.

Luego se retiró a una de las fincas de su padre, para ser un simple labrador, y vivió allí en una cueva, como un solitario de la Tebaida, sin más vestido que un cilicio y una soga.
Pronto se le juntaron otros dos jóvenes imitadores de su santa locura. En 1435 se levantó una capilla donde venía un sacerdote a celebrar y darles la sagrada Comunión. San Francisco, por humildad y a ejemplo de su Santo Patrono, no quiso nunca ser sacerdote.

El número de discípulos fue aumentando y en 1454, D. Pirro, arzobispo de Cosenza, dio permiso para levantar un monasterio e iglesia. En esta construcción pusieron sus manos y dinero aun los más distinguidos señores y nobles damas, no faltando la intervención divina con manifiestos milagros. Sixto IV aprobó la erección del monasterio por bula del 23 de mayo de 1474 y nombró superior a Francisco.

El pueblo los llamaba con el nombre de ermitaños de san Francisco, pero ellos prefirieron el nombre evangélico de Mínimos, es decir, menos aún que frailes menores del pobrecillo de Asís.

Las fundaciones por el sur de Italia fueron creciendo hasta la isla de Sicilia. La fama de la santidad y milagros del Santo pasaron las fronteras italianas y llegó a la corte de Luis IX de Francia, que estaba enfermo en el castillo de Plessis, cerca de Tours. El rey quiso que Francisco viniera a curarle. El Santo se resistió hasta que el Papa le impuso precepto de obediencia.

A su paso por Roma, a principios del año 1483, recibió toda clase de honores. Tres veces fue admitido a la presencia del Papa, el cual se entretuvo con él de la manera más amistosa hasta tres o cuatro horas, haciéndole tomar asiento junto a sí en una hermosa silla. Sixto IV se complació con el Santo en tan alto grado, que concedió todo género de gracias a la nueva Orden de los Mínimos.

Desde Roma se dirigió a la corte de Francia, donde asistió a la muerte de Luis XI. “Señor, dijo al rey, desde el primer momento, yo pediré a Dios por vuestra salud, pero lo que más importa es la salud del alma”. “No hay remedio, decía al enfermo, ya que amáis la vida; lo que importa es asegurar la posesión de la verdadera vida”.

El Santo se quedó en Francia, desde donde dirigió la propagación de su Orden en aquel reino y en España. Allí retocó sus Reglas, que fueron aprobadas por Alejandro VI y confirmadas más tarde por Julio II. Murió el 2 de abril de 1508 y fue canonizado por León X en el año 1519. Es uno de los Santos de quien se citan más milagros por su fe y confianza en Dios.

Publicado en Cuenca, 2 de marzo de 2020. Actualizado el 2 de marzo de 2024

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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