viernes, 19 de abril de 2024

Santa Inés de Monte-policiano (1268-1317). Festividad del 20 de abril.

   Nació en Monte-Policiano, ciudad de la Toscana, el año de 1274. Sus padres distinguidos por su nobleza y por su riqueza, pero mucho más por su virtud, no perdonaron a medio alguno para educarla cristianamente, persuadidos de que Dios la destinaba para grandes cosas.

Cuentan sus biógrafos que apenas sabía articular palabra ya gustaba por aprender a rezar. Cuando estaban enseñándole el Padre nuestro y el Ave María, se lo notó que se retiraba a un rincón, y que pasaba en él arrodillada muchas horas. Preguntada, que hacía allí, respondía: “Estoy rezando y aprendiendo la oración”.

A los seis años decía que quería ser religiosa. Al cumplir los nueve la llevaron al monasterio de las Saquinas, llamadas así porque traían un escapulario. A los pocos días fue Inés la admiración de toda la comunidad. Su humildad, la mortificación de los sentidos, su puntualidad, su fervor, su tierna devoción, su fervor y su obediencia. Ante dota esta actitud e vida despertó la admiración de la Superiora y con apenas catorce años no dudo la comunidad de encargarle el cuidado de lo temporal, cuya administración desempeñó con mucho acierto e inteligencia.

Informado el Papa Nicolás IV de sor Inés fue quien indicó que se le diera por abadesa al convento que acababa de fundar en Orvieto, tan solo contaba con dieciocho años.

Conocidos los vecinos de Monte-Policiano de la gran pérdida con la que había dejado a los Proceso de la presencia de sor Inés y acordándose de que había mostrado esta santa mujer, aún cuando era muy niña de convertir en convento de penitencia la cada de mujeres públicas, que había en la entrada de la ciudad, la medio obligaron a ejecutar este proyecto con la intención de que viniera de vuelta a su pueblo.

Cedió el amor del retiro al celo de la salvación de las almas, y obteniendo licencia para hacer la nueva fundación, tuvo el consuelo de ver acabado en muy poco tiempo el convento. Se formó una comunidad numerosa y entabló en el convento la primera regla de san Agustín, según el instituto y el espíritu de santo Domingo; y conseguida del legado apostólico la confirmación, se dedicó enteramente a formar el edificio espiritual, que estaba empeñada en fabricar al Señor, cultivando a sus nuevas hijas.

Era admirada por cuantos la conocían, no se rendía al peso de tanto trabajo y de tantas enfermedades, pues recibía el consuelo de Dios. Era frecuente mientras oraba la aparición de los ángeles, de santo Domingo, de san Francisco, de la Reina de los Cielos y del  mismo Jesucristo, ellos la colmaban de todo consuelo y dulzura interior.

Se obro por su oración varios milagros entre ellos el hacer brotar un manantial de agua viva para curar todo género de enfermedades, en la actualidad existe y recibe el nombre de “agua de santa Inés”. Habiéndole sobre venido a una de las monjas  una fluxión a los ojos que perdió la vista en pocos días y enterada que los padres de la monja querían llevársela para curarla, hizo oración por ella y al punto recobró la vista la religiosa. También resucitó a un niño que se había ahogado en los baños, y por toda Italia resonaban las grandes maravillas que obraba Dios en Monte –Policiano por intercesión de sor Inés.

Consumida en fin al rigor de sus grandes penitencias, prolijas enfermedades y trabajos, conoció que el Señor la quería para sí y finalmente, sintiendo ya que se acercaba la última hora, recibidos los sacramentos de la Iglesia y rodeada de sus hijas, que se deshacían en lágrimas, rindió dulcemente el espíritu en manos de su Creador hacia media noche del día 20 de abril del año 1317, a la edad de 43 años, habiendo prestado a la vida monacal 36 años.

Publicado en Cuenca, 20 de abril de 2020 y el 20 de abril de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


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