San Andrés, de
la noble y antigua casa de Corsini en la ciudad de Florencia. Sus padres se llamaban, Nicolás y su madre Peregrina, eran ilustres por su piedad, que por la
distinguida clase que los hacía respetar en la república; y así recibieron al
niño Andrés como fruto de las fervientes oraciones que habían ofrecido al cielo
durante años para que les concediera algún hijo por intercesión de la Virgen
María. Le pusieron este nombre porque nació el día de San Andrés, el 30 de noviembre del año 1302.
San Andrés de Corsini |
El día antes
que de su nacimiento su madre tuvo un sueño, le pareció que había parido un
pequeño lobo, el cual entrando en la iglesia de los Padres Carmelitas, se
convirtió de repente en un manso corderillo.
Esta visión le
hizo tener una especial crianza de su hijo, sin descuidarse en inspirarle desde
su más tierna infancia el santo temor a Dios, y el horror al pecado. Pero aún
así el muchacho se descarrió. Después de una discusión familiar se decidió a entrar
en el convento, y aquel trueno pasó a ser el fraile más humilde y manso de la
ciudad, que iba a pedir limosna por las calles en medio de las burlas de sus
antiguos compañeros.
Con el tiempo
fue prior, y por fin su reputación de santidad llegó a ser tan grande que le
eligieron obispo de Fiésole, ante lo cual, creyéndose indigno, huyó horrorizado
de Florencia y fue a refugiarse en una cartuja de la que tuvieron que sacarle casi a la fuerza.
Andrés Corsini
fue un buen obispo, curiosamente con muy buena mano, él que había sido el rey
de los pendencieros, supo solucionar de modo pacífico, con caridad y persuasión,
las diferencias más graves y llevar la concordia donde había enemigos. Hasta el
punto de que fue legado papal en Bolonia como hombre de paz.
Aunque,
después de su muerte, su antigua fama de violento debía ser tal que aseguraban
haberlo visto durante la batalla de Anghiari (la que pintaron Leonardo y Miguel
Ángel) cabalgando por el cielo como Santiago en la batalla de Clavijo, para dar
la vitoria a sus compatriotas.
A los 70 años
de edad, se cuenta que, celebrando la Misa de Navidad se le apareció la
Santísima Virgen y le comunicó que su muerte estaba próxima. El día de la
Epifanía, desde por la mañana temprano, mandó que le trajeran el Salterio, rezó
los Salmos penitenciales, el Credo de los Apóstoles, el de Nicea y el que se
llama de San Atanasio. Aquel mismo día, a los setenta y dos años de edad, entregaba su alma a Dios.
Su nombre fue
introducido en el Misal Romano por Alejandro VII con rito semidoble. Más
adelante, Clemente XII, que pertenecía a la familia Corsini, lo elevó a rito
doble y le erigió una magnífica y espléndida capilla en la basílica
lateranense.
Publicado en Cuenca, 4 de
febrero de 2021 y actualizado el 4 de febrero de 2024.
Por: José María Rodríguez
González. Profesor e investigador histórico.
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