Hoy quiero
sacar a la luz la iglesia de Asia. En estos tiempo se habla mucho de esas tierras
con el problema de coronavirus que se detecto su origen por esas tierras, cosa que ha tienedo al mundo entero en alerta. Este
caso, que voy a relatar, sucedió en Japón, pero no deja de ser un país de Asia.
Se remonta al
siglo XVI. Sobre el año 1597, un grupo de veintiséis personas cristianas fueron
los que sufrieron el martirio, seis franciscanos, entre ellos varios españoles,
tres jesuitas japoneses y dieciséis seglares, entre ellos se incluye a un niño
de trece años y a otro de once, también japoneses. Una pequeña muestra de la
Iglesia del Japón que treinta años después de que San Francisco Javier pisara
suelo japonés, contaba con más de ciento cincuenta mil fieles. Hablo de San Francisco
Javier porque es uno de los fundadores de la Compañía de Jesús junto con San Ignacio de Loyola y es el verdadero pionero en la tarea de llevar la religión
Católica a Japón, lugar donde desembarca en 1549, después de ocho años
encargándose de la misma tarea en otras zona de Asia.
Martirio de San Pablo Miki y sus compañeros. |
Los nombres de
los franciscanos eran: Fray Pedro Bautista, que era de San Esteban del Valle (Ávila),
fray Martín de la Ascensión, un guipuzcoano, fray Francisco de San Miguel, que
procedía de Valladolid… Los tres jesuitas emparejan un nombre de pila muy
nuestro con apellidos que nos suenan a exóticos: Pablo Miki, hijo de un capitán
del ejército imperial, Juan de Goto y Diego Kisai.
Otro tanto
ocurre con la lista de los seglares; se llamaban Cosme, Pablo, Francisco, Juan,
Tomás, Gabriel, Pedro, León, Joaquín, Matías, Buenaventura, Miguel, Antonio… y
también Taqueya, Ibarqui, Meaco, Suzuqui, Quinoya, Idauqui, Duisco, Caramusi,
Cozaqui. Una herencia doble, de la fe y de la raza, muy difícil en aquel
momento, y la dificultad se resolvió en martirio.
Las causas de
la persecución, intereses políticos, envidias, codicia, actitudes fanáticas. En
este caso también la jactancia de un capitán español que para asustar a los que
les embargaban el barco aseguro que tras los misioneros el rey de España
mandaría una flota de conquista.
El shogun
Hideyoshi decretó la muerte de los veintiséis en la ciudad de Meako se les
cortó la mitad de la oreja izquierda, marcándolos afrentosamente para el
sacrificio, y en carretas fueron llevados a Nagasaki, lugar de la ejecución. En
la colina que hoy se llama de los mártires se levantaron veintiséis cruces, y
allí murieron todos a lanzadas entonando himnos al Salvador.
Para que
sepamos algo más de San Pablo Miki, diré que nació en Japón en el año de 1566
de una familia pudiente; fue educado por los jesuitas en Azuchi y Takatsuki.
Entró en la Compañía de Jesús y predicó el evangelio entre sus conciudadanos
con gran éxito.
Al
recrudecerse la persecución contra los católicos, decidió continuar su
ministerio y fue apresado junto con otros. En su camino al martirio, él y sus
compañeros fueron forzados a caminas 600 millas para servir de escarmiento a la
población. Ellos iban cantando el Te Deum. Les hicieron sufrir mucho.
Finalmente llegaron a Nagasaki y, mientras perdonaba a sus verdugos, fue
crucificado el día 6 de febrero de 1597 con los demás compañeros. Desde la cruz
predicó su último sermón.
Él y todos sus compañeros fueron
canonizados por Pío IX en 1862.
Publicado en Cuenca, 6 de febrero de 2020 y actualizado el 6 de febrero de 2024.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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