San Blas, Obispo y Mártir.
Este Santo
Obispo, martirizado en Sabaste en tiempo de Licinio, no entró en el calendario
romano hasta el siglo XI, por la gran devoción que desde entonces se le tomó.
En su honor se levantaron hasta 35 iglesias en toda Roma. Las Actas de su vida
y martirio son anteriores al siglo IX. Aunque tardías, tienen un fondo de
verdad e historicidad que no puede despreciarse.
Sebaste, una
ciudad de Armenia fue la cuna de San Blas, a finales del siglo III. Sus padres
eran acomodados y le facilitaron los estudios, especializándose en medicina.
Esta profesión le dio motivos para conocer más de cerca las enfermedades y miseria
humana, llegando a reflexionar sobre la caducidad de la vida y la necesidad de
hacer méritos que consolidara los bienes eternos.
San Blas |
Pensaba
retirarse al desierto, cuando murió el Obispo de Sebaste, y fue elegido
para sucederle, con universal aplauso de toda la ciudad. La nueva dignidad sólo
sirvió para que resaltase con nuevo lustre su virtud, obligándole a entablar
una vida más santa.
Era tan
ardiente el deseo de perfeccionamiento que tenía que se retiró a una gruta que
había en lo alto del monte Argéo, que estaba a poca distancia de la ciudad.
No llegaron a
pasar tres días cuando manifestó Dios el mérito de su acción que le otorgó el Don
de hacer milagros y no sólo venían hombres de todas parte para que curase sus
dolencias de cuerpo y alma, sino que hasta las mismas fieras salían de sus
cavernas y venían en manadas a que el Santo Obispo las bendijera y las sanara de
los males que les afligían.
Hacia el año
315 vino a Sabaste, el llamado Agrícola,
gobernador del Emperador de Capadocia
y de la menor Armeni, por mandato del Emperador Lucinio, con orden de
exterminar a todos los cristianos.
Nada más
llegar a la ciudad mandó que fueran echando a las fieras todos los cristianos
que se hallasen en las prisiones. Para ejecutar esta orden salieron a los bosques
a cazar leones y tigres. En esta misión se hallaban cuando encontraron en lo
alto del monte Argéo la cueva donde estaba retirado San Blas. Los soldados
hallaron, a la puerta de la gruta, una multitud de fieras y viendo al Santo
dentro, que estaba haciendo oración, en medio de todas ellas con la mayor
tranquilidad del mundo. Admirados del suceso dieron cuenta al Gobernador de lo
que habían visto. El Gobernador dio orden que lo llevara a su presencia.
Se corrió la
voz de que era conducido San Blas a la ciudad de Sebaste, eso hizo que se
inundara de gente los caminos para que les diera su bendición y les curara de
sus males. Una pobre mujer afligida y desconsolada, se puso en medio de la
muchedumbre y llena de confianza se arrojó a los pies del Santo, presentándole
a su hijo que estaba agonizando por una espina que se la había atravesado en la
garganta, y sin remedio humano se ahogaba. Compadecido San Blas, levantó los
ojos y las manos al cielo, haciendo esta fervorosa oración: “Dignaos, Señor mío, padre de las
misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de
vuestro siervo, y restituid a este niño la salud, para que conozca todo el
mundo que solo vos sois el Señor de la muerte y de la vida; y pues vos sois el
dueño soberano de todos, misericordiosamente liberar para con todos cuantos
invocan vuestro santo nombre, humildemente os suplico, que todos los que en
adelante recurrieran a mí para conseguir de vos, por la intercesión de vuestro
siervo, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su
confianza, y sean benignamente oídos, y
favorablemente despachados”. Apenas acabó el Santo su oración, cuando el
muchacho arrojó la espina, y quedó del todo sano.
Milagro de San Blas. |
Este es el
origen de la particular devoción que se tiene con San Blas en todos los males
de garganta; y los prodigios que cada día se experimentan, acreditan la
eficacia de su poderosa protección.
Prosiguiendo
el relato: Llevaron al San Blas en presencia del Gobernador Agrícola y éste le pidió que adorase a
los dioses inmorales y el Santo respondió: “No
hay más que un sólo Dios inmortal, todo poderoso y eterno y ese es el Dios que
yo adoro”. Irritado Agrícola, lo
mandó azotar y que lo encerraran en la cárcel.
Días después mandó
que lo ahogaran en la laguna. Siendo llevado a la laguna para ahogarlo, haciendo
la señal de la cruz comenzó a caminar sobre las aguas sin hundirse, como si fueran
por tierra firme. Llegó a la mitad de la laguna y sentándose serenamente sobre
ella, invitó a los infieles a que hicieran lo mismo, hubo algunos que quisieron
hacer la prueba y perecieron ahogados. Al mismo tiempo oyó San Blas una vos que
le convidaba a salir de la laguna para recibir la corona del martirio. Así lo
hizo y apenas toco tierra cuando el Gobernador centelleando en cólera mandó que
le cortaran la cabeza. Esto sucedió en el año del Señor de 316.
Cuenca, 3 de febrero de 2021 y revisado el 3 de fevbrero de 2024.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario