Santa
Escolástica nació en Nurcia (Italia), hija de nobles padres y hermana de San
Benito. Según una antigua tradición, ambos eras gemelos, sin que tengamos
muchas noticias acerca de su vida y de su santidad al florecer su culto a la
sombra del gran fundador San Benito. Los crió a ambos su padre Eutropio en el
santo temor de Dios, y ambos se decidieron por la vida monástica y religiosa:
San Benito fundó su primer monasterio en el monte Casino, y junto a él levantó
Escolástica su primera casa de religiosas, santificada por los consejos y visitas
de San Benito.
Sabemos pocas
cosas de su infancia. Tendría unos veinte años cuando Benito, después de
empaparse bien de la vida y doctrina de los famosos eremitas de Oriente, San
Atanasio, San Jerónimo, etc., trató de imitarles en Roma, para ello se retiró
del mundanal ruido. No fue fácil la fundación y los primeros pasos, se vieron
cuajados de abrojos y espinas que muchas veces procedían de sus mismos
discípulos.
Santa Escolástica. |
Escolástica le
gustaba meditar sobe las palabras que su madre le había dejado escritas en el Testamento.
En él ponía: “Debes saber hija mía, que
los adornos postizos, los ricos vestidos y los collares de perlas, no valen
nada delante de Dios. El mayor elogio que puede hacerse de una doncella es su
modestia y piedad”. Nunca olvidó Escolástica tales consejos. Trató de
llevarlos a la práctica desde su más tierna infancia. Renunció a cuantas lisonjas
le ofrecía el mundo, su belleza y su alta alcurnia, y se entregó de lleno a su
amado Jesucristo, a quien consagró toda su vida.
Inspirado por
Dios, y ayudado por su hermana San Benito, fundó el primer convento de
religiosas Benedictinas, pero un poco distante de los religiosos. A pesar de
estar tan cercanos había puesto un muro voluntario de separación y tan sólo una
vez al año se veían, y aun separados de ambos Monasterios, en una casita que
había entre ambos. Cuenta San Gregorio esta admirable entrevista:
Por el año
543, Escolástica prevé que va a ser la última entrevista que va a tener con su
hermano, con el que compartió su vida desde la niñez. Pasan todo el día
hablando de cosas espirituales. Al atardecer, se levanta su hermano y le dice:
“Adiós, hermana. Hasta el año que viene”.
Escolástica, volvió a pedir a su hermano que pasaran juntos aquella noche, pero
no aceptando San Benito ella hizo una breve oración a Dios pidiéndole esta
gracia y al instante sobrevino una gran tempestad de truenos, relámpagos y agua
que impidió al abad dejar la compañía de su hermana. Tres días después Santa
Escolástica entregó su alma a Dios, estando presente su hermano que puesto en
oración la vió subir al Cielo en forma y figura de blanca paloma. Su dichoso tránsito
fue el día 10 de febrero de año 543.
Publicado en Cuenca 10 de
febrero de 2020. Actualizado 10 de febrero de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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