lunes, 1 de enero de 2024

Festividad del día 2 de enero. "El dulce nombre de Jesús"

El dulce nombre de Jesús

La Iglesia ha querido celebrar con Misa y Oficio propio el Santo Nombre de Jesús. La fecha litúrgica es el domingo intermedio entre la Circuncisión y la Epifanía. Como puede ocurrir que no haya ningún domingo entre las dos fiestas, está determinado que, en este caso, sea el día 2 la fecha litúrgica para la celebración del Santo Nombre de Jesús. No se trata de conmemorar el día y la ceremonia de la imposición, que se ha conmemorado el día 1, fiesta de la Circuncisión. Se trata de celebrar el propio Nombre, el Nombre en sí mismo considerado.
Dulce nombre de Jesús.
   Fue San Bernardo quien deseaba que se celebrase con fiesta particular el Santo Nombre de Jesús e hizo cuanto pudo para logarlo, sin que viese satisfecho tan santo deseos.

El Papa Clemente VII, cediendo a las instancias de los Freiles Menores autorizó a los mismos en 1530 para que celebrasen dicha fiesta en sus conventos el día 14 de julio. Siena, patria de San Bernardo, obtuvo el mismo privilegio en 1582, y Florencia en 1684. Por fin, el Papa Inocencio XIII la hizo universal y señaló para su celebración con oficio propio el segundo domingo después de la Epifanía. Posteriormente se hizo fijado el domingo comprendido entre la Circuncisión y Reyes,, y no habiéndolo, el 2 de enero.

Desde tiempo inmemorial termina la Santa Iglesia todas las oraciones por la invocación del Santísimo Nombre de Jesús.

Cuenta la historia que se hallaba Belgrado cercada por las tropas de Mahomet II, y furioso éste porque el refugio aportado por el valiente Huniades, después de vences a su flota, había logrado penetrar en la plaza sitiada, dio orden de un ataque general a la ciudadela. Once días consecutivos de una lucha desigual y cruelísima pusieron a los cristianos en situación desesperada. Sostenía el ánimo de los sitiados con palabras confortadoras el gran apóstol San Juan de Capistrano. A él acudió Huniades para comunicarle la inminencia del desastre. “Tened confianza, le contestó el misionero, porque defendemos la causa de Dios y Él estará con nosotros”. Escoge en nombre de Dios cuatro mil guerreros, los enardece con su elocuencia y les hace prometer que le seguirán a donde quiera, invocando el nombre de Jesús. Se reanudó la lucha al día siguiente, y en lo más recio de la pelea aparece Juan de Capistrano enarbolando un blanco estandarte en el que refulge con grandes caracteres en oro el monograma de Jesús. Le rodearon los valiente y al grito de ‘Victoria, Jesús, victoria!”, se lanzan como leones al combate. Nada resiste a su empuje, el nombre de Jesús llena de valor y los hace invulnerables, y causa tal espanto en los sarracenos que huyen a la desbandada, logrando los cristianos aquella célebre victoria de Belgrado, aniquiladora del poderío musulmán.

Publicado en Cuenca, 2 de enero de 2021 y el 2 de enero de 2023.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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