lunes, 15 de enero de 2024

San Marcelo, Papa y mártir. Festividad del 16 de enero.

    El Martirologio Romano nos habla hoy de San Marcelo, Papa y mártir, “el cual, por confesar la fe católica, primeramente fue azotado con manojo de varas por orden del tirano Majencio; después fue condenado a cuidar de las bestias, en cuyo ejercicio murió cubierto de cilicios”.
San Marcelo

En Roma hay una iglesia dedicada a San Marcelo, en una plaza pequeña que se abre al Corso, muy antigua, pues llega probablemente al siglo IV, y que guarda relación con esta tradición. Según las Actas de San Marcelo, escrito de principios del siglo IV, muy interpolado, el solar primitivo formaba parte de la casa de una gran señora romana, llamada Lucina o Novella. Corazón limosnero y muy devoto, hizo donación total al Papa San Marcelo, que edificó allí una pequeña iglesia, con grande enfado y disgusto del emperador Majencio. Fue inmediatamente destruida por los soldados y convertida en pública caballería. El Papa fue también apresado y declarado esclavo público, y obligado a limpiar los caballos de aquella primera estancia de la Vía Flaminia, A fuerza de humillaciones y malos tratos murió muy pronto.

San Marcelo era un celoso sacerdote de la Iglesia de Roma y fue elegido Papa hacia el año 308, cuatro años después de la muerte de San Marcelino, circunstancias muy duras y difíciles por la situación interna de la Iglesia. La última persecución de Diocleciano había debilitado grandemente la comunidad cristiana. Se habían perdido todos los bienes, la administración había quedado deshecha, las iglesias estaban destruidas o abandonadas y sin párrocos; sobre todo, había muchos apóstoles públicos, por miedo a perder la vida, la hacienda y los empleos. Ahora muchos de estos fugitivos cobardes a favor de la nueva paz, se habían arrepentido y querían entrar en el redil del Buen Pastor. Con ellos venían también muchos paganos dispuestos a recibir el bautismo.

San Marcelo trabajó con inteligencia, fervor y sobre todo, con corazón. Organizó el gobierno de las iglesias, puso al frente de los nuevos cementerios sacerdotes dignos y facilitó la entrada a todos los pródigos.

Por parte de la comunidad de Roma hubo sus disgustos y la tempestad interior salió a la superficie llegando a los oídos del emperador Majencio que se creyó con el deber de intervenir personalmente y mal informado creyó que la culpa de todo el malestar la tenía el Papa. Lo hizo prender y lo sacó desterrado de Roma, hasta que murió en el destierro.

Esto es lo que nos cuenta San Dámaso: “Marcelo, como buen pastor, exigió la penitencia a cuantos habían caído. Por esto se hizo ingrato a los impíos. Hubo un momento de locura, de odio, de discordia, de lucha, de sedición, de muerte. Se rompió el vínculo de la concordia. Por las inicuas maquinaciones de uno que había renegado de Cristo en tiempo mismo de paz, el Pastor fue expulsado del patrio suelo por la crueldad del tirano”.

San Marcelo fue acusado por los herejes donatistas de haber ofrecido un sacrificio a los ídolos para eludir la muerte. Pero la acusación era falsa. Sufrió el martirio el día de Navidad del años 304. Sus restos están depositados en la iglesia romana de los Santos Apóstoles.

Publicado en Cuenca, 15 de enero de 2021 y el 16 de enero de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario