miércoles, 3 de enero de 2024

Santa Ángela de Foligno. Festividad del 4 de enero.

     Hoy quiero descubriros la vida de una mujer que dejó todos los bienes y riquezas que poseía para servir a Dios. Y llegó a convertirse en una de las místicas más importantes del Medievo.

Nació Ángela en Foligno, ciudad de Umbría en el año 1250 y moriría en esta misma ciudad en el año 1309.

Esta joven mujer era bella, elegante y una de las más ilustres damas de Foligno. Tenía riquezas, joyas, consideración, mucha servidumbre y un castillo fuerte. Se casó muy joven y tuvo muchos hijos.

Santa Ángela de Foligno

Como a veces ocurre, la vida te da tristezas y te quita cuanto te ha dado, eso mismo le pasó a Ángela, murió el marido y los hijos fueron muriendo también hasta quedarse sola y joven en su castillo. La vida empezó a aparecer ante sus ojos en su realidad seria y desnuda. La desgracia le hizo pensar en aquella existencia vacía y mundana, en aquella juventud de placeres, de halagos, de honra y amores, que habían pasado como un relámpago y se había quebrado como espuma. Pensó también en sus pecados y lloró. “Comencé a pensar seriamente en mi conducta de pecadora. Dios me dio un conocimiento claro de mis pecados y concebí un gran temor de condenarme”. Pidió a Dios que le deparara un hombre providencial y lo encontró por fin en el franciscano fray Arnaldo quien nos dice la primera entrevista: “Me confesó sus pecados con tan claro conocimiento y contrición de ellos, con tanta abundancia de lágrimas y tanta humildad, que yo mismo lloraba”.

Desde aquel día Ángela fue toda para Dios. Rompió enteramente con el mundo, levantó el puente que la unía a él y se quedó sola en el castillo interior de su alma. Empezó por hacer durísima penitencia para satisfacer primero por sus pecados pasados y atraerse la benevolencia divina.

El Santo Crucifijo fue el libro principal donde leía la gravedad del pecado, la grandeza del amor de Dios y la obligación en que nos pone. Allí mirando a  Jesús Crucificado, resolvió despojarse de cuanto le impedía correr libremente por el camino de los santos, ofrecerse enteramente al servicio de Dios y guardar perfecta castidad toda su vida.

Treinta años pasó la Santa entregada enteramente a la oración y trato con Dios, sin perder ocasión de ejercitar la caridad y humidad con el prójimo. Su vida fue esencialmente interior. Por eso no hay grandes historias ni acontecimientos exteriores en ella. Es una vida intensa recogida en sí misma y cuya historia solamente los ángeles pueden escribirla.

Conforme se fue conociendo su santidad, vinieron a ella almas escogidas en busca de dirección y de consuelo. Así se formó en torno de ella un grupo de hombres espirituales y de mujeres piadosas que recogían sus enseñanzas e imitaban sus virtudes. Ellos la llamaban su madre y ella sus hijos. Sus enseñanzas se resumen en estos consejos que les dio estando para morir: “Escuchad la palabra suprema y la oración de despedida. Sed humildes, sed dulces; amaos los unos a los otros, con un amor que se extienda a todas las naciones. No os dejo otra cosa en testamento. Os doy todo lo que poseo, todo lo que he recibido de Cristo: la pobreza, el oprobio, el dolor, la vida del Hombre Dios”. Y poniendo su mano sobre los que la rodeaban, les dijo: ”sed bendecidos por la mano que fue levantada sobre al Cruz”.

Y quedó sumergida en el abismo de la divinidad. De vez en cuando lanzaba un grito de alboroza: “¡El Verbo se hizo carne!” “¿Qué inteligencia es capaz de entender esta maravilla?” Alguno le preguntó ¿Qué quería significar con aquellas palabras?, y ella contestó: “Esto es ya la gloria.” Se cumplía en ella lo que Jesús había dicho: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, Padre, y al que enviaste, Jesucristo.”

En el año 1547 fue nombrada santa por la Tercera Orden de San Francisco e Inocencio XII, un siglo y medo después, aprobó su culto en la orden como beata. Culto que Clemente XI extendió a toda la iglesia hasta que le papa Francisco la proclamó santa el 9 de octubre de 2013.

Publicado en Cuenca, 4 de enero de 2021 y el 4 de enero de 2024.

      José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

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