domingo, 21 de enero de 2024

San Vicente mártir. Festividad del 22 de enero.

   El culto a San Vicente es muy antiguo y su nombre entró junto con el de San Esteban y San Lorenzo en las Letanías de los Santos. Su martirio hay que colocarlo a principios del siglo IV, en la persecución de Diocleciano, cuyos edictos se encargó de ejecutar en España el tirado  Daciano. Los extraordinarios suplicios que padeció le hicieron pronto célebre en toda la Iglesia.
San Vicente, diácono y mártir

San Vicente descendía de ilustre familia, pues su abuelo había sido cónsul. Educado desde niño en la piedad, realizó los estudios en Zaragoza, donde el obispo Valero le nombró arcediano, o sea el primero de los diáconos. Siempre que había que hablar o predicar lo hacía Vicente en nombre de su Obispo.

Apenas llegó Daciano a Zaragoza, mandó apresar a las dos figuras más respetadas de la Iglesia del lugar: el Obispo Valero y al Arcediano Vicente. Ambos fueron llevados a Valencia y las declaraciones fueron realizadas por Vicente porque el Obispo Valero era tartamudo. A Valero lo desterró Daciano y a Vicente lo torturaron cruelmente con el propósito de que renegara de su fe.

A todo resistió el mártir, firme en su fe. Fue arrojado en una mazmorra, calabozo muy  estrecho que Prudencio describió así: “en el sitio más bajo de la prisión existe un lugar más negro que las mismas tinieblas y estrangulado por las estrechas piedras de una bóveda bajísima. Allí se esconde la eterna noche, sin que jamás penetre un rayo de luz. Allí tiene la horrible prisión el infierno”. Dentro de este calabozo metieron al mártir con unos cepos de madera en los pies, de modo que sus piernas estuvieran violentamente separadas una de otra. Para que no pudiera encontrar ningún descanso y sembraron el suelo con pedazos de clavos puntiagudos.

Las Actas cuentan un milagro que tuvo lugar en este antro de tortura. De repente se iluminó el calabozo y el suelo, cubierto de molestos cascotes, se convirtió en una alfombra de flores, mientras los ángeles cantaban una música divina. Daciano se enteró y dio órdenes para que cuidaran al mártir y le curaran las heridas. La intención era el poder seguir torturándolo cuando se hubiera repuesto de sus heridas.

El carcelero, que se había convertido, ejecutó la orden con alegría. Preparó una cama blanda, acostó en ella a Vicente y dejó que entraran libremente los cristianos para curarle las heridas. Los paños empapados en su sangre se los llevaban como preciosas reliquias.

No sirvió de nadan los cuidados, pues Vicente estaba ya medio muerto. Rodeado de los fieles exhaló su alma gloriosa.

Cuando Daciano se enteró, mandó echar el cuerpo al campo, para que sirviera de pasto a las fieras y aves de rapiña. Dios cuidó de él e hizo que todas lo respetasen. Los agentes de Daciano lo metieron en un saco cosiéndolo, del que pendía una piedra muy pesada, y lo arrojaron en alta mar. Más las olas lo trajeron a la orilla y lo enterraron en la arena. Allí estuvo hasta que algunos años más tarde fue trasladado y puesto bajo el ara de una suntuosa basílica. Su culto se extendió en seguida por toda la cristiandad.

Publicado en Cuenca, 22 de enero de 2020 y el 22 de enero de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

1 comentario:

  1. Me gustaría saber en qué parte de España se encuentran sus restos

    ResponderEliminar