viernes, 12 de enero de 2024

San Hilario de Poitiers (315-367). Festividad del día 13 de enero.

   Nació a principio del siglo IV en Poitiers (Francia) en el año 315, de familia pagana que le proporcionó una esmerada educación. Realizó sus estudios en su ciudad, Roma y Grecia durante diez años. Al leer la Biblia se entusiasmó al encontrar allí la idea de que no hay sino un solo Dios, eterno, inmutable, todopoderoso, principio y fin de todas las cosas y no muchos dioses como creían la gente de su entorno.
San Hilario de Poitiers

El libro que le convirtió fue el Evangelio de San Juan, pero él mismo cuenta en su autobiografía que el libo que lo acompañó toda su vida y que le sirvió de meditación cada día fue el Evangelio de San Mateo.

Debía de tener alrededor de treinta y cinco años, estaba casado, tenía una hija llamada Abra. San Hilario se hizo bautizar junto a su esposa e hija en el año 345, desde entonces se dedicó con toda su alma a leer y estudiar la Sagrada Escritura y dejó toda lectura simplemente mundana. Venancio Fortunato, que escribió su biografía, cuenta de este hombre que era tan virtuoso y tan buen ejemplo que la gente decía que más parecía un sacerdote que un hombre casado.

En el año 350, murió el obispo de Poitiers y el pueblo aclamó a San Hilario como obispo. Su esposa y su hija, se retiraron a vivir como fervorosas religiosas cuando él fue nombrado Obispo.

Apenas terminadas las persecuciones, se hubo de enfrentar con la herejía arriana, que negaba la divinidad de Jesucristo. Hilario es uno de los grandes defensores del depósito de la fe fue tan activo que supuso una molestia para el emperador Constantino II, y fue desterrado a la Frigia,  en el otro extremo de Europa; pero también allí siguió su batalla, y su intervención en el Concilio de Seleucia, del que se le quería excluir, pero que se dice que rompió las cerraduras sólo con elevar la voz.

Pero también se hace no menos incómodo en Oriente. Estando en el Concilio de los arrianos en Constantinopla, habló tan maravillosamente bien, explicando la divinidad de Jesucristo, que los herejes pidieron al Emperador que lo expulsara otra vez hacia occidente, porque podía convencer a toda esa gente de que Jesucristo sí es Dios. El Gobernador dio el decreto de que quedaba expulsado hacia Francia. La gente decía: “Hilario fue expulsado hacia Oriente por hablar muy bien de Jesucristo en Occidente y fue expulsado hacia Occidente por hablar muy bien de Jesucristo en Oriente”.

En el año 360 Hilario entraba otra vez triunfante en Poitiers, en medio del júbilo más indescriptible. Su biógrafo dice que Francia  se volcó a los caminos a recibirlo como un héroe que volvía victorioso después de luchar sin descanso contra los que decían que Jesucristo no era Dios.

Los últimos años de su vida los empleó en defender la divinidad de Cristo y la verdadera religión en Francia e Italia. Logró que a la muerte de Constantino, la Iglesia, que estaba siendo tan perseguida, volviera a resurgir con admirable rapidez en los países de Occidente.

En 1851, el Papa Pío IX declaró a San Hilario “Doctor de la Iglesia”, por la defensa heroica y llena de sabiduría que hizo de la divinidad de Jesucristo.

En sus últimos momentos de vida, cuando estaba para morir, en el año 367, los que se hallaban presentes pudieron ver como la habitación se llenaba de una extraordinaria luz que rodeaba el lecho de Hilario, quedando deslumbrados pero apenas el Santo entregó su espíritu, la luz desapareció misteriosamente.

Publicado en Cuenca, 13 de enero de 2021 y el 13 de enero de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.




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