miércoles, 6 de diciembre de 2017

La Inmaculada y España


8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción

El aspecto de la concepción inmaculada de María a lo largo de la historia ha existido una gran controversia. En el siglo XII la discusión fue iniciada entre los Santos Padres, San Anselmo de Canterbury y sus discípulos, como defensores de la Concepción Inmaculada, contra San Bernardo y sus seguidores cistercienses. En el siglo XIII las órdenes religiosas franciscanas y dominicos alimentaron la controversia en torno a dos grandes escuelas: La Tomista, que seguían a Santo Tomás con los Dominicos y la escotista, seguidores de Duns Escoto, quien se convertiría en el primero que realizó una defensa científica en la Sorbona de París. Posteriormente se trató en el Concilio de Basilea, en el siglo XV y en el de Trento en el siglo XVI.


En el siglo XV empiezan las lides concepcionistas y anticoncepcionistas por los más brillantes pensadores de la Universidad de Salamanca. Defienden el misterio Alfonso Villadiego de Madrigal, Juan de Segovia, Juan de Sahagún y Cisneros, principalmente; y la impugnan Juan de Torquemada y Diego de Deza.
Al iniciar el siglo XVII era tal la presión que a favor de este misterio ejercían en los monarcas  casi todas las regiones españolas que Felipe III envió a la Santa Sede para que resolviera ya definitivamente y de un modo favorable a Nuestra Señora, el anhelado misterio.

La Corona de Aragón y sus Prelados elevaron Letras postuladoras a las Cortes del Reino para que fueran remitidas a Su Santidad. Lo mismo hicieron todos los Prelados de Castilla, los Superiores de Órdenes religiosas y los claustros universitarios. No accedió, con todo, el Vicario de Cristo a la definición del dogma, en contra prohibió que desde ese momento no se controversias que fueran en contra de la Inmaculada Concepción de María.
El rey Felipe IV obtuvo de Gregorio XV, el 4 de junio de 1622, el decreto declaratorio del misterio, no del dogma; Carlos III, obtuvo de el Papa Clemente XIII que la festividad de la Purísima Concepción fuera fiesta patronal en las Españas.

El último esfuerzo se hizo en el año 1659, enviando a Roma al Ilmo. Sr. Obispo de  Plasencia, D. Luis Crespi de Borja, en representación del Rey, y al Padre Jerónimo Salcedo, portadores de cartas de todos los Prelados t Cabildos de España. Y por fin al cabo de dos años de incesantes súplicas la bula “Solicitúdo ómnium ecclesiárum”, fechada a 8 de diciembre de 1661. No se conoce ninguna otra tan satisfactoria con respecto a la Concepción  Inmaculada de María, hasta el llamado “Papa de la Inmaculada” Pío IX.
Llegó por fin el momento soñado. El 8 de diciembre de 1854, en torno al Vicario de Cristo unos 200 Prelados, de los cuales había 54 cardenales, 42 arzobispos y 98 obispos. En Basílica de San Pedro de Roma había más de 60.000 fieles venidos de todas las partes del mundo y fue ese día cuando el Papa Pío IX definió el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Purísima Virgen María.

Y finalmente, fue la misma Virgen María quien confirmara el dogma, al aparecerse en el año de 1858 a una aldeana de los Pirineos, anunciándose con estas palabras: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Lourdes, lugar de las pariciones, es hoy  centro de fervorosas peregrinaciones y de estupendos milagros con los cuales demuestra la Virgen cuán grato el es el privilegio de su Concepción Inmaculada.
Cuenca, 8 de diciembre de 2017
José María Rodríguez González. Profesor e inveistagor histórico.

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