8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción
El aspecto de la concepción inmaculada
de María a lo largo de la historia ha existido una gran controversia. En el
siglo XII la discusión fue iniciada entre los Santos Padres, San Anselmo de
Canterbury y sus discípulos, como defensores de la Concepción Inmaculada,
contra San Bernardo y sus seguidores cistercienses. En el siglo XIII las
órdenes religiosas franciscanas y dominicos alimentaron la controversia en
torno a dos grandes escuelas: La Tomista, que seguían a Santo Tomás con los Dominicos
y la escotista, seguidores de Duns Escoto, quien se convertiría en el primero
que realizó una defensa científica en la Sorbona de París. Posteriormente se
trató en el Concilio de Basilea, en el siglo XV y en el de Trento en el siglo
XVI.
En el siglo XV empiezan las lides
concepcionistas y anticoncepcionistas por los más brillantes pensadores de la
Universidad de Salamanca. Defienden el misterio Alfonso Villadiego de Madrigal,
Juan de Segovia, Juan de Sahagún y Cisneros, principalmente; y la impugnan Juan
de Torquemada y Diego de Deza.
Al iniciar el siglo XVII era tal
la presión que a favor de este misterio ejercían en los monarcas casi todas las regiones españolas que Felipe
III envió a la Santa Sede para que resolviera ya definitivamente y de un modo
favorable a Nuestra Señora, el anhelado misterio.
La Corona de Aragón y sus
Prelados elevaron Letras postuladoras a las Cortes del Reino para que fueran
remitidas a Su Santidad. Lo mismo hicieron todos los Prelados de Castilla, los
Superiores de Órdenes religiosas y los claustros universitarios. No accedió,
con todo, el Vicario de Cristo a la definición del dogma, en contra prohibió
que desde ese momento no se controversias que fueran en contra de la Inmaculada
Concepción de María.
El rey Felipe IV obtuvo de
Gregorio XV, el 4 de junio de 1622, el decreto declaratorio del misterio, no del
dogma; Carlos III, obtuvo de el Papa Clemente XIII que la festividad de la Purísima
Concepción fuera fiesta patronal en las Españas.
El último esfuerzo se hizo en el
año 1659, enviando a Roma al Ilmo. Sr. Obispo de Plasencia, D. Luis Crespi de Borja, en
representación del Rey, y al Padre Jerónimo Salcedo, portadores de cartas de
todos los Prelados t Cabildos de España. Y por fin al cabo de dos años de
incesantes súplicas la bula “Solicitúdo
ómnium ecclesiárum”, fechada a 8 de diciembre de 1661. No se conoce ninguna
otra tan satisfactoria con respecto a la Concepción Inmaculada de María, hasta el llamado “Papa de
la Inmaculada” Pío IX.
Llegó por fin el momento soñado.
El 8 de diciembre de 1854, en torno al Vicario de Cristo unos 200 Prelados, de
los cuales había 54 cardenales, 42 arzobispos y 98 obispos. En Basílica de San
Pedro de Roma había más de 60.000 fieles venidos de todas las partes del mundo
y fue ese día cuando el Papa Pío IX definió el Dogma de la Inmaculada
Concepción de la Purísima Virgen María.
Y finalmente, fue la misma Virgen
María quien confirmara el dogma, al aparecerse en el año de 1858 a una aldeana
de los Pirineos, anunciándose con estas palabras: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
Lourdes, lugar de las pariciones, es hoy centro de fervorosas peregrinaciones y de
estupendos milagros con los cuales demuestra la Virgen cuán grato el es el
privilegio de su Concepción Inmaculada.
Cuenca, 8 de diciembre de 2017 José María Rodríguez González. Profesor e inveistagor histórico.
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