Este gran santo sigue a la Navidad como una brillante estela de martirio después de la gran fiesta. El Protomártir es el que señala el camino a los demás, y por si cupiera alguna duda, manifiesta en su persona lo que es la imitación de Cristo. Muy cerca del nacimiento del Salvador, a su sombra, indica así las consecuencias inmediatas y heroicas, de seguir su ejemplo.
El martirio de San Esteban de Vicente Juan Marsip |
El gran san Agustín nos ha dado la clave del amor grande que siempre ha tenido la Iglesia a san Esteban: Si Stephanus non orasset, Ecclesia Paulum non haberet. “Sin la oración de San Esteban, la Iglesia no hubiera contado a Pablo entre sus miembros”.
Poco sabemos de los orígenes y primeros años de San Esteban. El Libro de los Hechos lo pone en escena inmediatamente después de su promoción al diaconado por los Apóstoles. Desde el principio aparece como un hombre extraordinario, lleno de fe y del Espíritu Santo, amado y estimado por todos los miembros de la comunidad cristiana.
Todo hace creer que este hombre, de alma grande y generosa, era un judío de la Diáspora, un helenista, descendiente de uno de aquellos que se habían quedado entre paganos después del cautiverio de Babilonia y habían perdido el uso de la lengua hebrea y entrando de lleno en las costumbres y lengua del mundo griego.
El nombre de Esteban es desde luego griego y significa coronado. San Agustín duda si había sido discípulo del Señor o uno de los que se convirtieron el día de Pentecostés. San Epifanio se inclina en lo primero.
Se cuenta de las predicaciones de San Esteban que tenían gran aceptación y las conversiones se multiplicaban como el grano que se siembra en la tierra. Obraba grandes prodigios y milagros. La gente acudía a oírlo, dejando la sinagoga y se añadían al grupo de los que creían en Jesús. Eso le acarreo problemas con los rabinos.
Lo acusan ante el Sanedrín de que rompe las tradiciones nacionales y habla contra Moisés. El joven diácono confiesa valientemente su fe y amor a Jesús y es condenado a la muerte de los blasfemos: debe ser apedreado por todo el pueblo.
Lo sacan entre gritos y empujones fuera de las murallas, hacia la parte nordeste de la ciudad; los verdugos se quitan sus mantos; los dejan bajo el cuidado de un joven que se llama Saulo y con sus brazos fornidos se disponen a lanzar las piedras que han de sepultar el cuerpo del primer mártir cristiano.
Saulo, el que es ahora el guardián de los mantos de los verdugos de San Esteban, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de San Estaban. Será este joven Saulo, el que se convertirá en el Apóstol, el que ha de llevar por el mundo entero el nombre de Jesús.
Esteban se hinca de rodillas, y con los ojos hacia el Monte vecino de los Olivos, por donde hace un año o dos subió Jesús a los cielos, ruega a Él por los que le van a apedrear, y cuando siente los primeros golpes en su cuerpo y en su cabeza, exclama lleno de fe: Domine Iesu suscipe spiritum meum, “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Cayó el cuerpo bañado en su propia sangre y su el alma subió por aquellos mismos espacios, por donde había subido el cuerpo de Jesús el día de la Ascensión, a gozar del premio de su valor y fe.
San Esteban es el patrono de Roma, de los caballos, los mozos de cuadra, cocheros, canteros, albañiles, carpinteros, tejedores, sastres, toneleros, y protector contra la obsesión, las piedras y cálculos, la pleuresía, los dolores de cabeza y para pedir una buena muerte.
Publicado en Cuenca, 25 de diciembre de 2020 y el 26 de diciembre de 2023.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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