Fiesta de la Traslación
de la Santa Casa a Loreto, 10 de diciembre
Llevo algunos años ya leyendo y
estudiando todo lo referente al mundo eclesiástico pero hasta el día de hoy no
me había parado a leer tal magnifica historia. Es digna de ser contada y
trasmitida, de ser vivida y soñada, nunca una casita había tenido tanto
significado hasta el día de hoy para mí. Quiero hacerles partícipes de tal
historia.
Virgen Lauretana |
En el siglo XIII canta así las
grandezas de Nazaret un Canónigo Regular: “En
esta feliz ciudad vivía la Virgen después de sus desposorios con José. Aquí
recibió del ángel la embajada de nuestra redención”. Esta pequeña casita la
Reina de los Ángeles oró y trabajó, en donde el ángel Gabriel vino a anunciarle
que sería Madre de Dios; en ella pasó Jesús más de veinte años; aquí la Sagrada
Familia fue la admiración de los ángeles durante mucho tiempo y aquí sin duda
San José, después de cumplir su misión durmió su último sueño en los brazos de
Jesús y María. ¿Cómo no se iba a convertir en reliquia para los creyentes de
todos los tiempos?
¿Pero si estaba en Nazaret cómo
fue traslada a localidad Loreto que está en Italia? Síganme que se lo cuento:
En el siglo IV, Santa Elena y el
emperador Constantino, encerraron la Santa Casa en una amplia y hermosa
basílica, en donde millares de peregrinos elevaron sus preces.
Desde finales del siglo VII hasta
finales del siglo XI, Palestina fue ocupada por los sarracenos, la Basílica de
Nazaret fue devastada y saqueada, pero la Santa Casa no fue destruida. En 1099
las cruzadas consiguieron recuperar los lugares santos, proclamando por rey a
su jefe Godofredo de Bullón, Galilea fue constituida en principado bajo el
mando de Tancredo, que hizo restaurar la basílica de Nazaret.
Poco duró la tranquilidad,
cayendo el poder de los turcos. El año 1263, los musulmanes destruyeron de
nuevo la Basílica de Nazaret, pero sin embargo la Santa Casita permaneció sin
daño. Ante tanta desgracia, dice la historia que Dios, en su bondad por los
fieles y por la gloria de María, ordenó a sus ángeles que transportaran la
Santa Casa a un país cristiano. Esta casa lindaba con una gruta, la cual ha
venido a ser el santuario más venerado de Nazaret.
En la mañana del 10 de mayo de
1291 unos leñadores de la ribera del Adriático quedaron sorprendidos al
encontrar en Raunitza, población situada en Croacia, entre Tersatto y Fiume una
construcción en lo alto de la colina. Era una modesta casita construida con
piedra rojiza y cuadrada, colocada sin cimientos en un suelo en el que el día
anterior pacieron los rebaños. Al entrar los labriegos observaron que había
servido de capilla. Frente a la puerta de entrada, se levantaba un altarcillo
de piedra, adosado al muro; lo remataba una cruz oriental, que tenía pintada
sobre el lienzo pagado en la madera, la imagen de Cristo crucificado. Había
junto al altar un armario que contenía sencillos y pobres utensilios caseros. A
izquierda se veía una especie de hogar o chimenea; encima, un nicho artístico y
precioso contenía una estatua de cedro de la Santísima Virgen en pie,
sosteniendo al Niño Jesús en los brazos. El Niño Jesús tenía dos dedos de la
mano derecha extendida como bendiciendo, con la mano izquierda sostenía la
esfera de oro representando al mundo. Ambos estaban vestidos con unas batas y
tenían coronas de oro.
El párroco de Tersatto estaba
gravemente enfermo, se le apareció la Virgen y le contó todo el proceso que
había seguido para traer su casa desde Nazaret a esta localidad, en el acto el
sacerdote sanó y se dirigió a Raunitza para contar qué hacía allí aquella casa.
Comprobada la certeza que era la mismísima casa de María y José de Nazaret fue
el centro de numerosas peregrinaciones.
El gozo de los habitantes del
pueblo no duró más de tres años. Una mañana del 10 de diciembre de 1294 los
peregrinos advirtieron que la casita había desaparecido y ese mismo día
apareció en la opuesta ribera del Adriático y en Recanati de Italia, en un
bosque de laureles pertenecientes a una rica y piadosa señora llamada Laureta.
Del bosque de laureles o del nombre de esta señora se derivó el nombre de
Loreto.
Pablo de Selva, escritor de la
época, en carta al rey de Nápoles, afirmaba que vió la Santa Casa surcar los
aires resplandeciente de luz. Las gentes acudieron pronto al piadoso santuario.
Con la llegada de tanta gente se turbo el lugar por los asaltos que sufrían los
peregrinos. Ocho meses después la Santa Casa abandono la colina profanada y se
posó en un campo perteneciente a dos hermanos que por su codicia en
enriquecerse con los donativos de los peregrinos se hicieron indignos de poseer
tan gran tesoro, trasladándola los ángeles a poca distancia de allí en el
camino que conducía al puerto de Recanati.
Estas cuatro traslaciones hacen
el milagro más patente y nadie puede razonablemente ponerlo en tela de juicio.
Investigadores ordenados por Clemente VII demostraron con certeza la identidad
de la Santa Casa de Loreto, con la certeza que existía tres años antes en Dalmacia y siglos
antes en Nazaret.
El que se asentara la Casita en
el lugar hizo venir muchos peregrinos a este lugar y el Papa Clemente VII mandó
cerrar la puerta original y se realizaran tres nuevas puertas, para que las
personas pudieran entrar y salir sin pelearse por ello. El encargado de
hacerlas se puso en marcha, pero cuando dió el primer golpe a la pared de la
Santa Casa se le secó la mano y la maza cayó al suelo. Ante tal prodigio el
hombre ceso y marcho de Loreto y nadie quiso ya ocuparse de realizar la reforma
mandada por el Papa. Fue un clérigo llamado Ventura Barino quien aceptó el encargo meses
después, para ello primero se arrodillo y rezó a la Virgen diciéndole:
“No es mi culpa, sino la orden del Papa, si estás enojada castiga por ello al
Papa quien ha dado la orden de la reforma y no a mí”, de esta forma el clérigo
pudo completar el trabajo.
El pueblo de Loreto también decidieron
proteger la Santa Casa y construyeron una pared de ladrillo a su alrededor. Una
vez terminada la pared, ésta se separó milagrosamente de la casa, quedando un
espacio entre ellas por donde se puede circular.
Hay otra historia singular en la
que cuenta que el Obispo de Portugal visitó la Santa Casa y quiso una piedra de
ella, con la intención de que sirviera como primera piedra para la construcción
de una iglesia en su tierra, no falto de pedir permiso al Papa para ello y mandó
a su secretario para sacar la piedra. El
Obispo enfermó de repentinamente quedando al borde de la muerte, por ello pidió
algunas hermanas religiosas que rezaran por él, unos días después recibió el
mensaje de las hermanas diciéndole: “Nuestra Señora dice si el Obispo quiere
recuperarse debe de devolver la piedra a su lugar”. De inmediato el secretario
devolvió la piedra a su lugar y éste sanó.
La Casa es considerada uno de los
lugares más sagrados del mundo. El Papa Juan XXIII fue el día antes de convocar
el Concilio Vaticano II a pedirle a la Virgen de Loreto la protección del Concilio.
Juan Pablo II visitó muchas veces la Casa de Loreto. Muchos peregrinos van cada
año a visitar a la Santa Casa, lugar donde la Sagrada Familia vivió.
Espero que os haya gustado. Que
María bendiga casa hogar en donde vivís y os de la salud para disfrutarlo. Una
casa es un tesoro donde habitan los corazones llenos de amor.
Publicado en Cuenca, 10 de diciembre de 2020, actualizado 10 de diciembre de 2023.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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