Se celebraba
antes de la aparición del Cristianismo la llegada de Año Nuevo con espléndidos
festejos en honra de Jano, divinidad
de dos caras; una de las cuales miraba al pasado año y la otra al futuro. A
esta fiesta iba el pueblo romano con gran jolgorio al monte Tarpeyo, donde dicho dios tenía su
altar, y le ofrecían sacrificios.
Juntamente
ofrecían libaciones en honor a la diosa “Fuerza”, conocida por los nombres de Strenua o Strenna, cuyo principal santuario se hallaba en el islote del
Tíber. En este mismo lugar se edificó después la iglesia de Santa María de
Transtévere y en ella fundó el Papa San Calixto la estación del día de la
Circuncisión, pensando precisamente en las antiguas fiestas paganas. Así fueron
sustituidos los juegos y ritos paganos por las solemnes y augustas fiestas religiosas
que santificasen aquellos lugares.
Durante las
fiestas públicas paganas, se felicitaban recíprocamente los antiguos romanos
con motivo de la entrada del año nuevo, haciéndose mutuos regalos consistentes
en dátiles, higos, miel, etc., a los que añadían una moneda llamada stips como presagio de riqueza. Todos
estos regalos y sus similares denominaciones strenae en memoria de la citada diosa.
Este intercambio
mutuo de regalos con ocasión de la entrada del año, era inocente en sí; pero se
verificaba en medio de ceremonias paganas y prácticas supersticiosas que
ocasionaban grandes desórdenes: cantaban y bailaban por las calles enmascarados
y se entregaban a toda clase de disolución.
San Pedro
Crisólogo, arzobispo de Ravana, nos describe esas orgías de una manera más real,
en las que hasta los cristianos participaban, diciendo: “Se enmascaran, se cubren el rostro con la careta de los dioses paganos,
disfrazándose los hombres de mujeres y las mujeres de hombres”. Indicando
que los cristianos no podían entregarse a tales desórdenes sin perder su
dignidad de hijos del verdadero Dios.
En los
primeros siglos de la Iglesia y sobre todo después de la destrucción del
paganismo, muchos cristianos conversos, pero todavía débiles en la fe, se
dejaban arrastrar por los malos ejemplos de los infieles y acudían a esas
fiestas, aunque sin llegar a ofrecer sacrificios a Jano ni a Strenna. Los
Padres de la Iglesia instituyeron esta fiesta por la de La Circuncisión, como una solución a los excesos que se cometían.
Esperaban, por este medio, cambiar y dirigir a los nuevos cristianos, hacia un
objetivo más digno.
La Circuncisión de Niño Dios. |
La Misa y el
Oficio de hoy nos hablan del Nacimiento y de la Circuncisión del Señor, y es
que al principio la festividad litúrgica era una simple octava de la Natividad;
luego, al final de la Edad Media, se añadió el recuerdo de la Circuncisión. El
Evangelio de la Misa de hoy, se refiere a este segundo misterio; “Al cumplirse ocho días de la circuncisión
del Niño, se le puso por nombre Jesús, según le habían llamado el Ángel antes
de que fuese concebido”.
La práctica de
la circuncisión era en los pueblos de oriente muy antigua. Se ha encontrado
también en tribus salvajes de América y
Australia y hoy día se lleva con todo rigor entre los fieles de Mahoma. Pero en
ningún pueblo ha tenido un carácter tan sagrado e importante como en el pueblo
judío.
Noventa años
tenía Abraham cuando Dios se le apareció y de dijo: “Yo soy Dios omnipotente y
quiero hacer un pacto contigo. Te daré una descendencia tan numerosa como las
estrellas del cielo y las arenas del más; te haré padre de reyes y jefes de
naciones poderosas; te bendeciré y seré para siempre tú Dios y el de tu pueblo.
Y éste será el sello de mi alianza, el pacto que observaréis inviolablemente;
todo hijo que venga a este mundo será circuncidado al octavo día; y si no le
circuncidaren, se le arrojará de mi pueblo, por haber roto el pacto de mi
testamento”.
La
circuncisión, pues, era para los judíos la señal visible de la alianza entre
Dios y Abraham de la incorporación efectiva a la nación santa, de la
participación en todos los derechos y obligaciones del pueblo escogido.
Circuncisión judía. |
El día de la
Circuncisión es el más a propósito para empezar con el Niño Dios vida nueva
semejante a la suya. Al nacer en esta época nos da a entender que durante el
año que empieza, debemos vivir más santamente que en el paso.
Feliz Año
Nuevo 2023.
Cuenca, 1 de
enero de 2022 y actulizado el 1 de enero de 2024.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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