Este santo
florentino es conocido en la historia de la vida monástica como fundador de una
comunidad a la que dio una adaptación personal de la regla de san Benito, y que
desde la casa madre de Vallombrosa, en la Toscana, se extendió por toda la
península.
Antes había
sido religioso en San Miniato de Florencia, pero se dice que huyó de allí
cuando los monjes quisieron elegirlo abad. “prefiriendo obedecer que mandar, y
huir del peligro en que están los que ocupan lugares altos”. Con un compañero
fue en busca de otros parajes, aunque en Vallombrosa a la larga tuvo que
resignarse a la dignidad abacial.
“Manso,
benigno, grave, modesto, severo con los rebeldes y suave con los flacos, muy
compasivo con los enfermos, celoso de la santa pobreza”, del retrato que trazan
de él los hagiógrafos antiguos surge una admirable estampa de monje que sólo
vive para la oración y la caridad.
En su recuerdo
hay una llamativa anécdota a la que se atribuye su decisión de abrazar el
estado religioso. Su familia andaba enzarzada en sangrientas venganzas, y
cierto día topó en un camino solitario con el mayor enemigo de los suyos, que
se encontraba inerte ante él.
El hombre se
arrodillo para suplicarle que le perdonase la vida por amor a Jesucristo en la
cruz, y Juan Gualberto, conmovido, le abrazó diciéndole que no podía haberse
buscado un abogado mejor. Luego, al entrar en una iglesia, vio que el crucifijo
inclinaba la cabeza ante él, dándole las gracias.
Publicado en Cuenca, 12 de
julio de 2020 y el 12 de julio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_____________
FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.
No hay comentarios:
Publicar un comentario