El Obispo D. Diego de Toro Villalobos, murió en Cuenca, el día 9 de julio de 1737.
Este Obispo vendió sus bienes y hasta las mulas de su carruaje para cubrir las necesidades de las gentes de esta diócesis por la epidemia que sufrió esta ciudad durante su Episcopado.
Este Obispo vendió sus bienes y hasta las mulas de su carruaje para cubrir las necesidades de las gentes de esta diócesis por la epidemia que sufrió esta ciudad durante su Episcopado.
Fue el sucesor
del Excmo. Sr. Duque de Abrantes, natural de Jerez de los Caballeros e hijo de
D. Diego González de Toro y de Doña Casilda de Cañizares, fue uno de los
hombres que llamamos con suerte. Después de cursar cánones y leyes se dirigió a
la Corte y contrajo con el Excmo. Sr. D. Juan de Lancaster una amistad tan
íntima, que siempre fue en pos de él como un satélite detrás de su astro
principal.
Capilla Mayor de la Catedral de Cuenca.
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Muriendo su
amigo el obispo de Cuenca, D. Felipe V proveyó en él esta segunda vacante del
Excmo. Sr. Lancaster, de que tomó posesión el 25 de julio de 1734 por su
apoderado D. Francisco de Añoa y Busto, capellán mayor y canónigo de esta santa
Iglesia. D. Diego de Toro desplegó en Cuenca las buenas dotes que mostró en
Málaga, en muy grande escala, porque apoderándose
de esta ciudad y su obispado una epidemia que duró algunos años, el prelado no
sólo dio todas sus rentas para alimentos de los pobres y enfermos, sino que
empeñó todas sus alhajas con el mismo objeto, y consumidas las cantidades que
tomara sin concluir las necesidades, vendió las mulas de su coche con el mismo
fin.
Murió este
imitador de San Julián el 9 de julio de 1737 y está enterrado en la capilla
mayor de esta Catedral.
Publicado en Cuenca, 9 de
julio de 2020. Actualizado el 8 de julio de 2024.
PorJosé María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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