Cabe destacar que San Enrique ha
sido el único emperador declarado santo por la Iglesia Católica. San Enrique
contó con el apoyo de su familia en todo momento para afianzarse en el amor de
Dios. Algunos de sus hermanos fueron obispos mientras que sus hermanas fueron
monjas de clausura.
La madre de Enrique era muy
religiosa y confió su educación a San Wolfgan. Su padre fue un activista y
cabecilla de un ejército que se encargó de derrocar al gobierno anterior para
tomar él el poder. Este hecho hizo que San Enrique viviera aislado, en su
refugio se interesó en la vida de San Mateo y de su evangelio.
Al morir su maestro, Enrique
continuó con su legado. Repartió parte de sus bienes a los pobres y mendigos.
Soñaba frecuentemente con el
número seis que llego a obsesionarse y pensar que en un día seis de cualquier
mes moriría, pero ese sueño llegó a cumplirse porque seis años después sucedió
en el trono a su padre, así en el año 1002 San Enrique tomó el reinado de
Alemania con la oposición de varios ministros. Siempre contó con el apoyo de
los Reyes Católicos. El 6 de junio de 1002 fue coronado como emperador alemán.
El Papa Benedicto VII fue un gran amigo y consejero para él.
Su pueblo le llamaba Enrique el piadoso, porque siempre se mostró compasivo con los más necesitados. La palabra de Dios para él era fundamental, organizando así un grupo de catequesis para preparar a los jóvenes al sacramento de la comunión.
Construyo diversas iglesias y santuarios, en una de ellas dejo bajo el mandato de su hermana Grisela.
Su pueblo le llamaba Enrique el piadoso, porque siempre se mostró compasivo con los más necesitados. La palabra de Dios para él era fundamental, organizando así un grupo de catequesis para preparar a los jóvenes al sacramento de la comunión.
Construyo diversas iglesias y santuarios, en una de ellas dejo bajo el mandato de su hermana Grisela.
El santoral adjudicó el 13 de
julio su festividad coincidiendo con el día de su muerte. El Papa Eugenio III
ofició la Canonización de San Enrique en el año 1146. A su esposa Santa Conegunda
la canonizó el Papa Inocencio III seis años después de Enrique. Hoy se le evoca
por santificarse al frente de un imperio, haciendo política, en el altísimo
puesto de humano que se le asignó, sin renunciar a sus turbiedades y peligros.
Hay frases que se le atribuyen
dignas de ser recordadas: “A los pobres y ricos deben tratarse con el mismo respeto.
Todos somos hijos verdaderos de Dios”. “Propongo una educación cimentada en los
pavores de Cristo. Su imagen es perfecta ante nuestros corazones”. “Conocer a
Cristo es aprender a amar de verdad”.
Termino con esta última frase tan
importante para la sociedad de hoy y para todo docente como lo he sido e
intento seguir siéndolo: “La educación es el cultivo de las potencias. Con ella
el hombre puede lograr sus objetivos y vivir plenamente”.
Feliz día a los que llevan el nombre de “Enrique”.
Publicado en Cuenca, 13 de julio de 2019, y 13 de julio de 2024.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
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