lunes, 1 de julio de 2024

Festividad del 2 de julio. La Visitación de María a su prima Santa Isabel.

    Celebra la Iglesia esta festividad el día 2 julio en memoria de la visita que la Santísima Virgen hizo a su prima Santa Isabel. Al mismo tiempo que el ángel anunció a María la encarnación del Hijo de Dios, le comunicó parte del estado en que se encontraba su prima Santa Isabel.
Visitación de María a su prima Isabel.
Catedral de Cuenca.

    A la devoción de la Edad Media debemos muchas de las fiestas marianas, como la del Rosario, la de la Inmaculada, y de los Dolores de la Virgen. El Angelus, la Salve, el Avemaría, tal y como hoy los rezamos.
    La fiesta de la Visitación se encuentra ya entre los franciscanos el año 1263. Urbano VI la extendió a toda la Iglesia en el año 1389 y por fin el Concilio de Basilea la hizo fiesta de precepto, hoy suprimida. San Francisco de Sales, en el siglo XVII, fue especialísimo devoto de este misterio y quiso que sus monjas se llamasen de la Visitación.
    La narración que nos ha dejado San Lucas sobre la visita de la Virgen a su prima nos revela por una parte el corazón caritativo de la Virgen, que era lo que más admiraba San Francisco de Sales y por otra, la poderosa eficacia de su presencia y de su palabra.
    San Lucas nos describe la escena. Nos muestra a la Virgen saludando desde el umbral de la casa. Llegó al pueblecito alegre de Ain-Karen, pasó por la fuente del Generoso, entró en la casa de Zacarías y dio la paz a sus moradores. “¡La paz sea contigo! ¡Bendito el Señor que nos dio la vida hasta el presente!.
    Al eco de estas palabras sintió Isabel inefable júbilo. El niño que llevaba en su seno exultó de gozo y ella, inspirada, descubrió la maternidad divina de la que venía a visitarla.
    La Virgen se ve descubierta en el misterio de su maternidad divina que sigilosa ha guardado hasta al propio San José. La humildad de la verdad. Y la verdad es que tanta grandeza no es suya, sino de la mano de Dios. Con viejas fórmulas bíblicas recogidas de los salmos, de Isaías y la madre de Samuel, responde a Isabel con un cántico de alabanza a los planes misericordiosamente salvadores de Dios.

    El Magnificat es un canto al misterio de la Redención, que Dios había revelado a Isabel. Dios va a salvar a su pueblo, a los humildes, a los pequeñuelos y a los pobres, alejándose de los ricos soberbios, que confían vanamente en su poder. El Salvador será el Hijo que lleva en sus entrañas y Ella no es más que la “esclava del Señor”, que se ha dignado poner sus ojos en su pequeñez.
    La Virgen pasa junto a Isabel cerca de tres meses. Interviene en los próximos preparativos maternales y, cuando se va acercando la hora del nacimiento, se despide, según algunos autores. Más probablemente se queda hasta que pasan las fiestas del nacimiento y circuncisión del niño. Luego se retira, dejando embalsamada con su presencia la casa que ha habitado por tres meses. Una estela de paz, de alegría, de espíritu y de cielo deja en Ain-Karen, que todavía señala el paso virginal de María por aquellas callecitas polvorientas, por aquellas cuestas y desniveles bordeados de viñas, olivos y frutales.

Felicidades a las mujeres que llevan el nombre de Visitación.

Feliz día a todos.
Publicado en Cuenca, 2 de julio de 2021, y 2 de julio de 2024. 

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario