El nombre de Dios en Edesa y Siria
Santo venerado por la iglesia Ortodoxa y Católica.
Hay santos con cuya vida la
tradición teje estupendos relatos para envidia de los escritores y éste es el
caso de San Alejo, cuya historia es como
una novela bizantina, con sorpresa, viajes, naufragios, sucesos extraordinarios,
estatuas parlantes y una anagnórisis, el reconocimiento final, que no puede ser
más novelesco.
Desde la Edad Media la literatura se ha ocupado
complacidamente de este formidable personaje, pues los datos de su vida se han
transmitido en el poema del siglo XI, Vie de Saint Alexis, traducido en
diversas lenguas durante el Medievo.
Era hijo de Eufemiano y Agaleno,
patricios romanos. Fue prometido a una mujer virtuosa y en la misma noche de
bodas su mujer le convenció de renunciar al matrimonio a cambio de una vida de
piedad y de fe. Alejo lo acepto y sin embargo embarcó esa misma noche hacia Siria e
Edesa, donde se ganaba la vida pidiendo limosna.
Diversos prodigios milagrosos señalan su
presencia y le sacan del anonimato, tiene que volver a correr mundo y va a
parar de nuevo a su ciudad natal, donde su padre, que le ha buscado
afanosamente por todas partes, no le reconoce y le da alberque como a un
pordiosero más, en el hueco de la escalera principal del patio de su casa.
Allí, ejemplo de paciencia y
humildad, ayunó y rezó entre las burlas de la servidumbre durante 17 años, al
término de los cuales, al morir, se le encontró en la mano una carta dirigida a
sus padres y a su esposa declarando al fin quién era.
El culto a San Alejo comienza en
Siria, extendiéndose por el Imperio
Bizantino hacia el siglo IX. La devoción de
San Alejo, en España, se tributaba antes que se popularizara gracias a
la actividad de un obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a finales del
siglo X. Dicho obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un
monasterio de monjes griegos, nombrando co-patrono de la iglesia a San alejo.
En 1817, la congregación de los
Sagrados Corazones de Jesús y María le nombró patrono secundario. La Iglesia
de Oriente le profesa el pueblo gran devoción y hoy en día se le sigue llamando
con el apodo de El hombre de Dios.
Publicado en Cuenca, 17 de julio de 2019 y 17 de julio de 2024.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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