La santa a la
que festejamos hoy nació en la región de Urbino (Italia), y fue bautizada con
el nombre de Úrsula.
La pequeña
Úrsula, la menor de siete hermanas, huérfana de madre desde los cuatro años,
llamaba la atención por su vehemencia caprichosa, su terquedad y sus travesuras.
Nada parecía anunciar en ella a una futura mística, y su padre, instalado en
Plasencia como intendente general de Hacienda, hacía planes para casarla
adecuadamente, contando con sus atractivos.
A los 17 años
se hizo capuchina en un convento de Città di Castello, en la Umbría, y adopto
el nombre de Verónica, el espejo de Cristo. Fue maestra de novicios y de nuevo
volvió a llamar la atención, ahora por fenómenos inexplicables que alarmaron a
las autoridades eclesiásticas.
Al parecer
tenía visiones y éxtasis, pero además llevaba impresos en las manos y en los
pies los estigmas de la Pasión, como siendo extrañamente fiel a la imagen a que
aludía su nombre. Esto ocurrió el Viernes Santo de 1697 cuando estaba en
oración. Su cuerpo empezó a marcarse con los estigmas y heridas de Jesús
crucificado.
El obispo de
la diócesis de acuerdo con la abadesa y con la ayuda de un doctor jesuita y de
tres médicos, estudió el caso con la desconfianza que es de rigor.
Las heridas se
renovaban después de curarlas, y al no poder aclarar los hechos se le
impuso a la monja una especie de
severísimo castigo a manera de prueba. El castigo consistió en la reclusión en
su celda, sin oír misa ni comulgar y tratada como una impostora; pero los
fenómenos persistieron y, sobre todo, mantenía su actitud serena, confiada y
alegre, de absoluta obediencia y humildad.
Años más tarde
fue abadesa hasta su muerte, y se la vio gobernar el convento con un espíritu
práctico, una solicitud por los detalles de la vida cotidiana, una sensatez y
un buen humor que desconcertaban a los
que creían que la unión íntima con Dios incapacitaba para vivir en este mundo.
El diario que
esta Santa legó a su muerte abarca más de veinte mil páginas. Se habla de que
los forenses cuando le practicaron la autopsia encontraron que su corazón
estaba marcado con la Cruz. Fue canonizada por el Papa Gregorio XVI en el año
1839.
Publicado en Cuenca, 9 de
julio de 2020 y el 9 de julio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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