En el verano
del año 64 se declaró en la capital del Imperio un enorme incendio, según palabras
del Tácito: “el más grave y el más atroz de cuantos han sucedido en Roma”.
“No se sabe hasta
ahora si por desgracia o por maldad del príncipe”, Nerón, quien para acallar el
rumor popular de que él era el responsable de la desgracia, “dio por culpables
de ella y empezó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres
aborrecidos del vulgo por sus excesos, llamados comúnmente cristianos”.
Sigue el
historiador de los Anales: “El autor de este nombre fue Cristo, el cual,
imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilatos,
procurador de la Judea; y aunque por entonces se reprimió algún tanto aquella
perniciosa superstición, tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea,
origen de este mal, sino también en Roma”.
“Fueron, pues,
detenidos al principio los que profesaban públicamente esta religión, y
después, por delaciones de aquellos, una multitud infinita, no tanto por el delito
del incendio que se les imputaba, como por hallarse convictos de aborrecimiento
al género humano. Se añadió a la justicia que se hizo de éstos la burla y
escarnio con que se les daba la muerte”.
“A unos
vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los
perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes apiladas de
leña a los que pegaban fuego para que ardiendo con ellos sirviesen de farolas
en las tinieblas de la noche”.
Por vez
primera se persigue y se aniquila a esos hombres “aborrecidos del vulgo por sus
excesos”, esos exagerados del amor de Dios.
Publicado en Cuenca, 30 de
junio de 2020 y el 30 de junio de 2024.
Por José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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