San Bernabé recibió una vocación especial para la evangelización en los primeros años de la Iglesia. San Pablo le daba el trato de apóstol que le ha conservado la liturgia. San Lucas nos lo presenta como hombre bueno lleno de fe y del Espíritu.
Era judío de la tribu de Leví, había nacido en Chipre, pero vivía en Jerusalén en el tiempo de la primera predicación apostólica, y allí tenía familia muy cercana, como la madre de San Marcos que era su tía. Pronto se abrió a la gracia cristiana con ardor y generosidad. Poseía un campo en Jerusalén, lo vendió y su importe lo puso en manos de los Apóstoles.
Su nombre era el de José, pero los Apóstoles le llamaban por el sobrenombre de Bárnaba o Bernabé, que quiere decir hijo de la consolación. San Juan Crisóstomo cree que aludían así a la bondad y simpatía de su carácter.
Evangelizó su isla natal y tal vez fue lapidado y quemado por los judíos en Chipre (debido a su supuesta lapidación se le invocaba tradicionalmente como protector contra el granizo). Se le atribuye el haber fundado la iglesia de Milán y es patrón de esta ciudad.
Un cuadro de Veronese evoca una significativa práctica de este misionero, de quien se dice que curaba a los enfermos aplicándoles sobre la cabeza o el pecho el evangelio de san Mateo, del que nunca se separaba, la palabra de Dios que asume poderes taumatúrgicos, salva las almas sin desdeñar la cura de los cuerpos.
Milagro de San Bernabé. Obra de Veronese. |
La última parte de la vida de San Bernabé queda en la penumbra. Sin embargo, tuvo que seguir influyendo en muchas Iglesias, aún lejanas. A finales del siglo I, un cristiano de Alejandría publicaba con su nombre un comentario de texto bíblico, que la tradición conoce con el nombre de Epístola de San Bernabé. Los corintios también lo conocían, y San Pablo les dice que había permanecido como él célibe. Una tradición antigua supone que murió en Chipre, en cuya capital, Salamina, se encontró hacia el año 488 su sagrado cuerpo.
La gloria de San Bernabé es la de haber descubierto el mérito extraordinario de San Pablo presentado a la Iglesia Madre de Jerusalén. Solamente por esto merece la veneración y gratitud de todos los cristianos.
Publicado en Cuenca, 11 de junio de 2021 y el 11 de junio de 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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