Profeta anunciador de
Cristo y el primer testimonio escrito de un posible OVNI, al ser elevado desde
el suelo por un carro de fuego.
Tremenda figura del Antiguo
Testamento, un labrador del que se dice que era hijo de un tal Safar y que estaba arando con doce
yuntas cuando pasó junto a él el profeta Elías y le echó manto por encima, transmitiéndole
así sus poderes sobrenaturales, éste
joven labrador era Eliseo.
Después de despedirse de los suyos,
Eliseo ofrece un par de bueyes y sigue al maestro, a quien antes de ver cómo
era arrebatado al cielo en un carro de fuego (posible OVNI), pide la
confirmación de su espíritu de profeta.
El segundo libro de los Reyes dedica
diversos capítulos a este hombre fuerte y singular que lucha enérgicamente
contra la idolatría y va sembrando su camino de portentos signos del poder de
Dios: sanar las aguas, multiplicar el aceite de la viuda, devolver la vida al
hijo de una sunamita, purificar la olla, alimentar a los profetas, sanar la
lepra a Naamán, proveer de alimentos en estados de sitio a ciudades israelitas,
predecir al rey la victoria final sobre siria. Incluso después de muerto siguió
realizando prodigios: al contacto de sus huesos, revivió el cadáver de un
moabita que por error estaban enterrando en la sepultura de Eliseo. Intervino
en la corte, como consejero del rey de Israel. Fuera del país se mostró
ardiente defensor del culto de Yahvé.
La iconografía cristiana lo
representa con su maestro Elías, en miniaturas para biblias y en el sarcófago
del museo de Arles. También aparece en la estatua del crucero norte de la
catedral de Chartres. Alonso Berruguete lo representó en un bajo relieve de la
sillería del coro de la catedral de Toledo.
Eliseo es como una vaga prehistoria
anunciadora de Cristo, anuncia lo sublime desee un mundo todavía lleno de
hostilidad e imperfección. En su rudeza quizá lo que mejor recordamos es el
inesperado gesto de Elías recubriéndole con un manto, haciéndole suyo y ocultándole
a los hombres para meterle en un ámbito sobrenatural que el labrador acepta dócilmente,
atendiendo la llamada brusca y definitiva de Dios por la que lo deja todo.
Publicado en Cuenca, 14 de junio de 2020 y el 14 de junio de 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e
investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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