Primogénito de
una familia nobilísima, su padre era príncipe y marqués de Castiglione, su
madre dama de honor de la reina Isabel de España, desde su niñez está destinado
a lo más alto, se le adiestra para mandar y ser un gran capitán, sin olvidar le
lujo y el saber –exaltante lecturas de Plutarco y Séneca- que convienen a un
noble de esta Italia guerrera, fastuosa y humanista.
Pero cuando se
le lleva de corte en corte, incluso a la de Felipe II de Madrid, el joven Gonzaga
se descubre a sí mismo ajeno a aquellos entusiasmos mundanos: entre las galas
finales del Renacimiento es una figura delicada y espiritual, exigente consigo
mismo, que muy pronto hace voto de castidad y a los dieciséis años quiere ser
misionero.
Más de cuatro
años estuvo luchando con su padre por entrar en la Compañía de Jesús. Al fin venciendo
la dura oposición paterna, en Roma es modelo de novicios jesuitas, a la edad de
16 años, renunciando al mundo que tenía a sus pies por su cuna, frágil y
obstinado asombra con sus santidad a todos los que le conocen y después de un
heroico comportamiento durante una epidemia de peste de 1591, muere muy joven,
como el polaco Estanislao de Kotchka y el brabanzón Juan Berchmans, los otros
dos donceles de la Compañía.
El 21 de julio
de 1604, la madre podía venerar como Beato a su primogénito, Dejó una corona y
Dios le dio la de los Santos. La Beatificación la realizó el Papa Paulo V y la
canonización el 13 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII, quien lo declaró
patrón de la juventud, título confirmado por Pío XI el 13 de junio de 1926. Su fiesta
la celebramos hoy, 21 de junio.
Este santo nos
trae al presente, a la pandemia que hoy estamos soportando. San Luis Gonzaga se
lo llevó la pandemia de 1591 que hizo estragos en Roma, causando miles de
muertos entre ellos loa papas: Sixto V, Urbano VII y Gregorio XIV. San Luis
atendió con heroísmo a los apestados en S. Giocomo degli Incurabili, en San
Juan de Letrán, en Santa María de la Concepción, y en el hospital improvisado
junto a la Iglesia de Gesú, donde contrajo la enfermedad. De esta forma,
contagiado moría a los 23 años. Que él desde el Cielo ruegue por nosotros y nos
ayude a salir de esta pandemia que como aquella no dura cuatro días sino más
que meses o años.
Publicado en Cuenca, 21 de
junio de 2020. Actualizado el 21 de junio de 2024.
Por José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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