Nació san
Norberto en Xanten, Renania (márgenes del río Rhin en Alemania), perteneciente al ducado de Claves, el año 1080, de ilustre
familia, emparentada con los emperadores de Alemania. Su padre tenía un
castillo con tierras y vasallos y le dio una educación esmerada.
Este santo
alemán recorrió descalzo el norte de Francia sin una moneda en su bolsa,
predicando, confundiendo a los herejes y clamando contra la simonía, no es bien
recibido en todas partes, se le echa de aquí y de allá, se le insulta y a menudo
es golpeado, hasta se le amenaza de muerte en su tierra natal, al otro lado
del Rhin, de donde tuvo que irse.
Muchos conocen
su historia, que era la de un capellán de familia noble, sobrino del arzobispo
de Colonia, culto, brillante y mundano, más elegante que nadie en sus
vestiduras, más hábil que nadie en el manejo de la palabra y en la poesía que
cautiva a las damas de la ciudad.
Dicen que
cierto día un rayo cayó a los pies de su caballo y le derribó cayendo al polvo del camino, y
que desde entonces no parece el mismo. Que renunció a prebendas y repartió sus
riquezas, aunque sin conseguir que se olvidara su vida anterior y que dejasen
de oféndele los que le conocieron antes de esta metamorfosis.
Ahora reúne a
unos discípulos y en su valle desierto cerca de Soissons funda un monasterio
que será el origen de la orden premonstratense: bajo la regla de san Agustín y
con hábito blanco, mitad monjes. Mitad clérigos, los canónigos regulares de san Norberto misionan por toda Europa.
El fundador
fue elegido por aclamación y contra su voluntad arzobispo de Magdeburgo, un
prelado descalzo y harapiento al que más de una vez quisieron asesinar por no
ser blando y transigente, como había empezado por no querer serlo consigo
mismo.
A los doce
años de pontificado su cuerpo estaba agotado. Estuvo en cama cuatro meses y
murió al cabo de ellos el 6 de junio de 1134. Lloraba por su juventud lejana –tenía
cincuenta y cuatro años- perdida en las amargas alegrías del mundo, pero se
consolaba con el fervor de los discípulos que dejaba en pos de sí, llenos de
entusiasmo por la penitencia y el apostolado.
Publicado en Cuenca, 6 de
junio de 2020. Actualizado el 6 de junio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.
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