La ciudad
piamontesa de Vercelli, entre Turín y Milán, debió de ser su cuna, hacia los
catorce años inició una vida errante y se sabe que peregrinó hasta Santiago de
Compostela descalzo y cargado de cadenas.
Posteriormente
se hizo eremita en Monte Virgiliano, hoy Monte Vergine, en Nápoles, y
cuando su alrededor se multiplicaron los
discípulos fundó allí una comunidad de monjes que llevaban hábito blanco, se
regían por la regla de san Benito y daban especial importancia al trabajo
manual.
Dependiendo de
Monte Vergine hubo otros monasterios semejantes, pero Guillermo era hombre de
soledad y continuó sus andanzas penitentes y piadosas por el sur de Italia
hasta su muerte.
La anécdota
más conocida que se cuente de él es la tentación carnal que provocaron unos
cortesano de Palermo mandándole una dama de escasa virtud que se dijo enamorada
del santo y dispuesta a compartir con él su lecho aquella noche.
Según la
tradición, san Guillermo hizo encender en el patio una enorme hoguera y se
tendió entre las llamas invitando a la mujer a que se acostase a su lado tan
como había prometido. Al ver que el fuego no le hacía ningún daño, la pecadora
cayó de rodillas, se convirtió y más tarde quiso ser monja.
En el comienzo
de los calores del estío, evocar la memoria de este incombustible habitante del
fuego invita a ver en él su naturaleza ígnea, como instalado en el corazón de
la infinita hoguera del amor de Dios, haciéndose insensible a cualquier otra
llama, material o metafórica, que debía de ser como una candela comparada con
el sol.
Murió en
Goleto. No dejó ninguna constancia escrita, pero el tercer abad general de sus
comunidades, Roberto, redactó un código de reglamento y puso a la orden bajo la
regla de los benedictinos. El único, de entre los muchos monasterios que fundó
san Guillermo, que existe todavía en el Monte Vergine. En la actualidad,
pertenece a la comunidad benedictina de Subiaco y, en su iglesia se conserva
una pintura de Nuestra Señora de Constantinopla que es muy venerada.
Publicado en Cuenca, 25 de
junio de 2020. Actualizado el 25 de junio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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