Estos dos
santos, probablemente hermanos carnales, padecieron en la persecución de
Diocleciano, en la Vía Nomentana. Allí fueron enterrados en un principio hasta
que le papa Teodoro (642-649) los trasladó al interior de Roma, en la basílica
de San Esteban, donde los colocó en un altar adornado con mosaicos. El recuerdo
de esta traslación se conserva en dos inscripciones latinas.
Martirio de san Primo y san Feliciano. |
“Ves el techo
dorado que se eleva al cielo y sobre el cual se reflejan los rayos del sol.
Queriendo la Divina Bondad decorar el techo del sacro lugar, movió el corazón
del supremo Pastor Teodoro, para que con sumo cuidado preparase esta tumba al
cuerpo de los Santos, sin descuidar la primera de momento”.
Primo y
Feliciano fueron los primeros mártires que hicieron su ingreso en la Ciudad
Eterna desde los cementerios de extramuros.
Estos datos
son enteramente históricos. Sobre las circunstancias de su martirio no es
posible tanta certeza. Se dice que por espacio de treinta años se dedicaron a
la práctica de la caridad con los cristianos más pobres y perseguidos en las
cárceles.
En la
persecución de Diocleciano y Maximiano fueron también ellos perseguidos y
encarcelados. Se negaron rotundamente a incensar a los dioses paganos, porque
el único Dios era el de los cristianos. Fueron entonces apresados en un pestilente
calabozo, donde se dice que recibieron la visita de un ángel que rompió sus
cadenas. Este milagro hizo que se convirtieran muchos gentiles.
Las
autoridades siguieron rebeldes y mandatarlos y desollarlos vivos. Los dos
Santos viejos resistieron con firmeza de jóvenes aquel tormento, son mostrar la
menos debilidad. Los trasladaron a Nomento, donde el gobernador Promoto hizo cuanto pudo por reducirlos a su
obediencia. Fueron nuevamente azotados y separados mutuamente para que no se animase
el uno al otro. A Feliciano lo clavaron en un madero en su propio calabozo. A Primo
le quisieron hacer creer que Feliciano había apostatado. Pero Dios le reveló la
constancia de su hermano y los consuelos que recibía del cielo en la Cruz.
San Primo y Feliciano echados a los leones. |
Al fin, para
abreviar, los arrojaron a los dos a los leones que se tornaron mansos como
corderos. La vida de aquellos cuerpos ya gastados era tan dura y fuerte como su
fe en Cristo. Sólo la espada pudo acabar con ellas. Sus cuerpos quedaron en el
campo para que fuesen devorados por las fieras. Los fieles de Nomento les
dieron decorosa sepultura allí mismo hasta que el papa Teodoro los trasladó a
la iglesia de San Esteban.
Publicado en Cuenca, 9 de
junio de 2020 y el 9 de junio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_____________
FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
No hay comentarios:
Publicar un comentario