jueves, 2 de abril de 2020

El despertar del alma.

   Estos días que estamos confinados en nuestras casas y nuestros pensamientos ruedan por un mundo llenos de prejuicios y sinsabores quiero con estos artículos dar una visión de algo que los creyentes, por nuestra fe, creemos que existe, pero siempre nos queda el sinsabor de preguntarnos ¿Habrá vida después de ésta vida?

Son muchos los años que llevo estudiando los seres luminosos o lo que llamamos ángeles, he leído muchísimos libros sobre estos temas, desde Platón. He leído con mucha atención, y un par de veces, el libro tibetano de los muertos, así como todo lo referente a este tema que hay escrito en la Biblia, incluso he leído a pensadores del siglo XVII como Emmanuel Swedenborg (1*), que vivió en los años de 1688 a 1772, este hombre nació en Estocolmo y fue famoso en su época e hizo contribuciones respetables en varios campos de las ciencias naturales. Sus escritos, orientados en un principio hacia la anatomía, fisiología y psicología, le ganaron un gran reconocimiento. Sin embargo, en un período más tardío de su vida sufrió una crisis religiosa y comenzó a hablar de experiencias según las cuales pretendía haber estado en comunicación con entidades espirituales del más allá.

Todas estas cosas fueron las que me llevaron al estudio minucioso de la parte angelical de nuestra Catedral conquense. Mi investigación se vio reflejada en el libro: “Aggelos” que lo dimos a conocer en la Feria del Libro de 2019, siendo su presentación en el Salón de Plenos de la Diputación de Cuenca.

Prosiguiendo con Emmanuel Swedenborg podemos decir que sus obras tienen muchas descripciones de cómo es la vida que hay más allá de la muerte. De nuevo es sorprendente la correlación entre lo que él escribe, con relación a algunas de sus experiencias espirituales y lo que cuentan otros, que también han tenido experiencias cercanas a la muerte. Por ejemplo, describe cómo, cuando han cesado las funciones corporales de respiración y circulación, el hombre todavía no ha muerto, sino que está separado de la parte corpórea que utilizó en el mundo. El hombre, cuando muere, sólo pasa de un mundo a otro (2*), afirmando que él mismo ha pasado por las primeras etapas de la muerte y ha tenido experiencias fuera de su cuerpo.

Lo cuenta así: “Pasé por un estado de insensibilidad de los sentidos corporales, casi por el estado de la muerte; la vida de pensamiento interior seguía entera por lo que percibí y retuve en la memoria las cosas que ocurrieron y lo que les ocurre a los que han resucitado…, especialmente se percibe… que hay una absorción…, un tirón de… la mente, es decir, del espíritu, hacia fuera del cuerpo”.

Durante la experiencia se encuentra con seres a los que identifica con ángeles. Éstos le preguntan si está preparado para morir: “Aquellos ángeles me preguntaron primero cuál era mi pensamiento, si era como el de aquellos que mueren, que generalmente se preguntan sobre la vida eterna; me dijeron que deseaban mantener mi mente en ese pensamiento”.

Hemos de pensar que la comunicación que tiene lugar entre Swedenborg y los espíritus no es de tipo terrestre y humana, es casi una transferencia directa de pensamientos. No hay posibilidad de mala comprensión.

El estado espiritual es menos limitado. La percepción, el pensamiento y la memoria son más perfectos, y el tiempo y el espacio ya no constituyen obstáculos, como en la vida física. Así lo define: “Todas las facultades de los espíritus… se dan en un estado más perfecto, así como las sensaciones, pensamientos y percepciones”.

La persona que ha muerto puede encontrarse con otros espíritus, a los que conoció en vida. Están allí para ayudarle a pasar al más allá: “El espíritu de un hombre recién salido del mundo es… reconocido por sus amigos y por aquellos a quienes había conocido en el mundo…, que le instruyen de lo concerniente al estado de vida eterna…”.

Pudiendo ver su vida pasada en una visión. La recuerda con todo detalle y no tiene posibilidad de mentir ni ocultar nada. Dice  que en la memoria interior están escritas todas las cosas particulares que el hombre ha pensado, hablado y hecho desde su primera infancia hasta el momento de morir. Al hombre le acompaña el recuerdo de todas las cosas cuando pasa a la otra vida y es llevado sucesivamente a rememorar todas ellas. Cuanto ha hablado y ha hecho queda manifiesto ante los ángeles con una luz tan clara como el día y nada hay tan oculto en el mundo que no se manifieste tras la muerte, como visto en efigie, en imágenes, cuando el espíritu es visto a la luz del cielo. Swedenborg describe la “luz del Señor”, que penetra en el pasado, una luz de inefable brillo que él mismo ha visto. Es una luz de verdad y comprensión.

Cuando realizo la visita guiada en la Catedral de Cuenca y explico la iconografía del siglo XV, en el arco del Presbiterio que da a la nave Norte, habla del pecado de David y cuando explico la iconología del diablo Botis siempre recalco que ese icono está ahí para enseñarnos que si algo no quieres que se sepa lo mejor es no hacerlo, pues por mucho que se esconda los actos siempre, tarde o temprano, saldrán a la luz.

Para terminar este artículo debo de reconocer que la existencia del paralelismo y similitud entre los escritos de los antiguos pensadores, como Platón, el Libro Tibetano de los Muertos, los autores del Nuevo Testamento y los escritos de los nuevos pensadores, como Emmanuel Swedenborg que sobrevivieron a experiencias próximas a la muerte sigue siendo un hecho sorprendente y todavía no explicado.

También es para abrir una reflexión individual de cómo es posible que la sabiduría de los tibetanos, la teología y las visones de san Pablo, las extrañas intuiciones y mitos de Platón y las revelaciones de Swedenborg estén todas tan próximas entre ellos habiendo siglos de por medio que los separan.

Cuenca, 3 de abril de 2020.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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1* Emanuel Ewedenborg (1688-1772). Fue un científico, teólogo, filósofo y místico sueco más conocido por su libro sobre el más allá. “De caeto et ejus mirabilibus et de inferno, ex auditis et visis”. 1758.

2* Todas las citas de Swedenborg están tomadas del Compendium of the Theological and Spiritual Writings of Enmanuel Swedenberg – Boston: Crosby and Nichols, 1833 Págs 160-197.

-Roymond A. Moody, JR. Vida después de la vida. Círculo de Lectores. Traducido por Rafael Lasseletta. 1995.

-José María Rodríguez González. “Aggelos” Catedral de Santa María. Cuenca. 2019.

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