Estos días que
estamos confinados en nuestras casas y nuestros pensamientos ruedan por un
mundo llenos de prejuicios y sinsabores quiero con estos artículos dar una
visión de algo que los creyentes, por nuestra fe, creemos que existe, pero
siempre nos queda el sinsabor de preguntarnos ¿Habrá vida después de ésta vida?
Son muchos los
años que llevo estudiando los seres luminosos o lo que llamamos ángeles, he
leído muchísimos libros sobre estos temas, desde Platón. He leído con mucha
atención, y un par de veces, el libro tibetano de los muertos, así como todo lo
referente a este tema que hay escrito en la Biblia, incluso he leído a
pensadores del siglo XVII como Emmanuel Swedenborg (1*), que vivió en los años de
1688 a 1772, este hombre nació en Estocolmo y fue famoso en su época e hizo
contribuciones respetables en varios campos de las ciencias naturales. Sus
escritos, orientados en un principio hacia la anatomía, fisiología y
psicología, le ganaron un gran reconocimiento. Sin embargo, en un período más
tardío de su vida sufrió una crisis religiosa y comenzó a hablar de
experiencias según las cuales pretendía haber estado en comunicación con
entidades espirituales del más allá.
Todas estas
cosas fueron las que me llevaron al estudio minucioso de la parte angelical de
nuestra Catedral conquense. Mi investigación se vio reflejada en el libro:
“Aggelos” que lo dimos a conocer en la Feria del Libro de 2019, siendo su
presentación en el Salón de Plenos de la Diputación de Cuenca.
Prosiguiendo
con Emmanuel Swedenborg podemos decir que sus obras tienen muchas descripciones
de cómo es la vida que hay más allá de la muerte. De nuevo es sorprendente la
correlación entre lo que él escribe, con relación a algunas de sus experiencias
espirituales y lo que cuentan otros, que también han tenido experiencias
cercanas a la muerte. Por ejemplo, describe cómo, cuando han cesado las
funciones corporales de respiración y circulación, el hombre todavía no ha
muerto, sino que está separado de la parte corpórea que utilizó en el mundo. El
hombre, cuando muere, sólo pasa de un mundo a otro (2*), afirmando que él mismo
ha pasado por las primeras etapas de la muerte y ha tenido experiencias fuera
de su cuerpo.
Lo cuenta así:
“Pasé por un estado de insensibilidad de
los sentidos corporales, casi por el estado de la muerte; la vida de
pensamiento interior seguía entera por lo que percibí y retuve en la memoria
las cosas que ocurrieron y lo que les ocurre a los que han resucitado…, especialmente
se percibe… que hay una absorción…, un tirón de… la mente, es decir, del
espíritu, hacia fuera del cuerpo”.
Durante la
experiencia se encuentra con seres a los que identifica con ángeles.
Éstos le preguntan si está preparado para morir: “Aquellos ángeles me preguntaron primero cuál era mi pensamiento, si era
como el de aquellos que mueren, que generalmente se preguntan sobre la vida
eterna; me dijeron que deseaban mantener mi mente en ese pensamiento”.
Hemos de
pensar que la comunicación que tiene lugar entre Swedenborg y los espíritus no
es de tipo terrestre y humana, es casi una transferencia directa de
pensamientos. No hay posibilidad de mala comprensión.
El estado
espiritual es menos limitado. La percepción, el pensamiento y la memoria son
más perfectos, y el tiempo y el espacio ya no constituyen obstáculos, como en
la vida física. Así lo define: “Todas las
facultades de los espíritus… se dan en un estado más perfecto, así como las
sensaciones, pensamientos y percepciones”.
La persona que
ha muerto puede encontrarse con otros espíritus, a los que conoció en vida.
Están allí para ayudarle a pasar al más allá: “El espíritu de un hombre recién salido del mundo es… reconocido por sus
amigos y por aquellos a quienes había conocido en el mundo…, que le instruyen
de lo concerniente al estado de vida eterna…”.
Pudiendo ver
su vida pasada en una visión. La recuerda con todo detalle y no tiene
posibilidad de mentir ni ocultar nada. Dice
que en la memoria interior están escritas todas las cosas particulares
que el hombre ha pensado, hablado y hecho desde su primera infancia hasta el
momento de morir. Al hombre le acompaña el recuerdo de todas las cosas cuando
pasa a la otra vida y es llevado sucesivamente a rememorar todas ellas. Cuanto
ha hablado y ha hecho queda manifiesto ante los ángeles con una luz tan clara
como el día y nada hay tan oculto en el mundo que no se manifieste tras la
muerte, como visto en efigie, en imágenes, cuando el espíritu es visto a la luz
del cielo. Swedenborg describe la “luz del Señor”, que penetra en el pasado,
una luz de inefable brillo que él mismo ha visto. Es una luz de verdad y
comprensión.
Cuando realizo
la visita guiada en la Catedral de Cuenca y explico la iconografía del siglo
XV, en el arco del Presbiterio que da a la nave Norte, habla del pecado de
David y cuando explico la iconología del diablo Botis siempre recalco que ese
icono está ahí para enseñarnos que si algo no quieres que se sepa lo mejor es
no hacerlo, pues por mucho que se esconda los actos siempre, tarde o temprano,
saldrán a la luz.
Para terminar
este artículo debo de reconocer que la existencia del paralelismo y similitud
entre los escritos de los antiguos pensadores, como Platón, el Libro Tibetano de
los Muertos, los autores del Nuevo
Testamento y los escritos de los nuevos pensadores, como Emmanuel Swedenborg que sobrevivieron a
experiencias próximas a la muerte sigue siendo un hecho sorprendente y todavía
no explicado.
También es
para abrir una reflexión individual de cómo es posible que la sabiduría de los
tibetanos, la teología y las visones de san Pablo, las extrañas intuiciones y
mitos de Platón y las revelaciones de Swedenborg estén todas tan próximas entre
ellos habiendo siglos de por medio que los separan.
Cuenca, 3 de
abril de 2020.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_______
1*
Emanuel Ewedenborg (1688-1772). Fue un científico, teólogo, filósofo y místico
sueco más conocido por su libro sobre el más allá. “De caeto et ejus
mirabilibus et de inferno, ex auditis et visis”. 1758.
2*
Todas las citas de Swedenborg están tomadas del Compendium of the Theological
and Spiritual Writings of Enmanuel Swedenberg – Boston: Crosby and Nichols,
1833 Págs 160-197.
-Roymond
A. Moody, JR. Vida después de la vida. Círculo de Lectores. Traducido por
Rafael Lasseletta. 1995.
-José
María Rodríguez González. “Aggelos” Catedral de Santa María. Cuenca. 2019.
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