Reflexiones para una
Semana Santa distinta.
Sólo dos seres en el mundo han sabido el secreto de Judas: Cristo y el
Traidor.
Muchísimas
generaciones de cristianos se han devanado los sesos acerca de este misterio,
pero el nombre de Iscarioth, a pesar de haber hecho nubes de conjeturas,
pensamientos y búsquedas de explicaciones, queda siempre indescifrado. Es el
único misterio humano que se encuentra en el Evangelio sin una terminación
lógica y cerrada.
Comprendemos sin mayor esfuerzo lo demoniaco de los Herodes, el rencor envidioso de los Fariseos, la cólera vengativa de Anás y de Caifás, la cobarde condescendencia de Pilatos. Pero no comprendemos con igual evidencia la abominación de Judas. Los cuatro historiadores nos dicen demasiado poco de él y de las razones que lo indujeron a vender a su Maestro.
Comprendemos sin mayor esfuerzo lo demoniaco de los Herodes, el rencor envidioso de los Fariseos, la cólera vengativa de Anás y de Caifás, la cobarde condescendencia de Pilatos. Pero no comprendemos con igual evidencia la abominación de Judas. Los cuatro historiadores nos dicen demasiado poco de él y de las razones que lo indujeron a vender a su Maestro.
Judas. Fachada de la Catedral de Cuenca. Vicente Lampérez.
Catedral de Cuenca. Siglo XX
|
Dicen “Satanás
entró en él”, pero estas palabras no son más que la definición de un delito. El
mal se apoderó de su corazón: luego, improvisadamente, antes de este día, tal
vez antes de la cena de Betania, Judas no estaba en manos del adversario. Pero ¿por
qué de repente se puso de contra? ¿Por qué Satanás entró tan él y no en ninguno
de los otros?
Los treinta
Dineros son una suma bien pequeña para un hombre a quien tentaba la riqueza. Se
ha dicho que ese dinero era el precio de un esclavo. Pero el texto del Éxodo
dice, en cambio que treinta siclos de plata era la compensación que debía pagar
el dueño de un buey que hubiera atropellado a un esclavo. El caso era demasiado
diverso para que los doctores del Sanedrín pudieran pensar en aquel momento en
la observancia escrupulosa de un antecedente.
El indicio más
tremendo a favor de la traición es el oficio de Judas se había reservado entre
los doce. Había entre ellos un recaudador de impuestos, Mateo, el cual, casi de
derecho, habría pertenecido el ser depositario de las pequeñas monedas
necesarias para las expensas de la comunidad. En lugar de Mateo, vemos como
depositario de las ofrendas, al hombre de Iscarioth. El simple manejo de las
monedas, aunque ajenas, apesta. No debe maravillarnos que Juan dé por ladrón a
Judas: “como tenia la bolsa, sacaba lo que ponía en ella” (Jn. 13, 29).
El prendimiento de Jesús. Talla de Luis Marco Pérez. 1942 |
Se ha dicho y
pensado que debe buscarse la verdadera razón en la pérdida de la fe. Judas
había creído firmemente en Jesús y ahora no podía creer más en él. Las
conversaciones acerca del próximo fin, la hostilidad amenazadora de la
metrópoli, el retardo de la manifestación victoriosa habían terminado por
hacerle seguidor. No veía aproximarse el Reino y, en cambio, venía venir la
muerte. Tal vez husmeando entre el pueblo había oído susurrar algo de los
propósitos de la camarilla y temía que el Sanedrín no se contentar con una
víctima sola y condenara a todos aquellos que, de mucho tiempo atrás andaban
con Jesús. Vencido el miedo –que sería la forma tomada por Satanás para entrar
en él. Creyó oportuno adelantarse y la cobardía habrían sido los motivos
ignominiosos de su ignominia.
Otros, en
cambio, vuelven a discurrir acerca de la venganza. No se traiciona sin odiar.
¿Por qué Judas odiaba a Jesús? Recuerdan la cena en casa de Simón y el nardo de
la llorante (María magdalena con el frasco de perfume derramado sobre Jesús).
La reprensión de Jesús debe de haber exasperado al discípulo, que tal vez,
había sido observado otras veces, por su sordidez y fingimiento. Al rencor por
la reprehensión se agregó la envidia, que podía vengarse sin peligro, fue al
palacio de Caifás.
Más, ¿pensaba
de veras que su denuncia habría llevado a Jesús a la muerte o suponía, más bien
que se habrían contentado con azotarlo y
con prohibirle hablar al pueblo? La continuación de su historia da lugar a
imaginar que la condena de Jesús lo perturbó como una consecuencia terrible y
no esperada de su beso. Mateo cuenta su desesperación de manera que deja suponer
que Judas sintió verdaderamente todo el horror de lo que había sucedido por
culpa suya. Las monedas que ha embolsado lo queman; y cuando los sacerdotes las
rechazan, las arroja al Templo. Tampoco después de la restitución tiene paz y
corre a ahorcarse, para morir el mismo día que su víctima.
El misterio de
Judas está atado con doble nudo al misterio de la Redención y quedará para
nosotros mismos, siempre un misterio.
El prendimiento de Jesús. Talla de Luis Marco Pérez. 1942 |
Por último unas
reflexiones diciendo: que cada uno de nosotros ha puesto su cuota, una cuota
infinitesimal, para comprar a Judas esta víctima imposible de consumir. Todos
hemos contribuido a reunir la suma visible que costó la sangre del Libertador:
Caifás no fue más que nuestro mandatario. El campo de hacendada que fue pagado
con aquella moneda, el campo que fue comprado con el precio de la sangre es
nuestra herencia, es cosa nuestra. Y ese campo se ha ensanchado
misteriosamente, se ha dilatado hasta ocupar la superficie de la tierra,
ciudades enteras, ciudades populares, pavimentadas, iluminadas, barridas,
ciudades de almacenes, y de burdeles, brillan de norte a sur, del este al oeste.
Y para que el misterio sea también mayor, también los dineros de Judas,
multiplicados al infinito por las traiciones de tantos siglos, por todos los
negocios concluidos y, por añadidura aumentados por los intereses, se han hecho
innumerables. Ahora –pueden certificarlo los contadores, verdaderos arúspices
de esta edad- todos los recintos del Templo no serían capaces de contener las
monedas engendradas hasta hoy por aquellas treinta que arrojo en él Judas, en
el delirio del remordimiento, el hombre que vendió a su Dios.
Cuenca, 9 de abril de 2020.
Cuenca, 9 de abril de 2020.
©José
María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_______
-El
Evangelio de la madre. E. Enciso. Madrid. 1943
-Historia
de Cristo. Versión española. Mñor. Agustín Piaggio. Editorial Lux. Santiago de
Chile.1923.
Muy interesante
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Eliminar