Reflexiones para una
Semana Santa en Casa.
Jesús conoce
la debilidad de los Discípulos. Debilidad de espíritu y, tal vez, también de la
carne. Inmediatamente los pone en guardia contra los dos peligros que amenazan:
el engaño y el martirio.
“Procurar que
nadie os seduzca. Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: Yo soy Cristo: y
seducirán a muchos…” (Mt.24,5). “Entonces, si alguno os dijera: Mirad, el
Cristo esta aquí, no lo creáis; porque se levantarán falsos cristos y falsos
profetas y harán grandes señales y prodigios para engañar, de ser posible,
hasta a los escogidos” (Mt.24,24).
Pero si
escapan a las asechanzas de los mesías postizos no podrán salvase de las
persecuciones de los enemigos del verdadero Cristo. “Y entonces seréis
entregados a la tribulación y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las
gentes por causa de mi nombre” (Mt.24,1). “Pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá, En premio de vuestra paciencia tendréis la vida”. “El que perseverare
hasta el fin, se salvará” (Mt.24,13).
“Entonces
empezarán las señales del castigo inminente. Y cuando oyereis guerras y
sediciones, no os espantéis: porque es necesario que esto acontezca primero, más
no será luego el fin”. “Se levantarán nación contra nación y reino contra reino
y habrá grandes terremotos en diversos lugares y pestilencias y hambre y habrá
fenómenos espantosos y grandes señales del cielo” (Mt.24,7).
La segunda
venida de Cristo desde el cielo, la Parausia, será el fin de este mundo y el
principio del verdadero mundo del reino eterno. El fin de Judea fue anunciado
por señales particularmente humanas y terrestres; este otro fin será precedido
por señales particularmente divinas y celestiales.
“El sol se
obscurecerá y la luna no enviará su luz y las estrellas caerán del cielo. Y en
la tierra habrá angustia en las gentes por confusión del estrépito del mar y de
las olas. Y secarán se los hombres por el temor y expectación de lo que amenaza
a la tierra entera, porque los elementos del cielo se conmoverán. Y entonces
aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre y entonces se lamentarán
todas las naciones de la tierra y entonces verán al Hijo del Hombre venir en
las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Ap.1,7).
El código de
la elección tiene un título solo: piedad. Él ha seguido viviendo todo el tiempo
que media entre la primera y la segunda venida, bajo las apariencias de los
pobres y de los peregrinos, de los enfermos y de los martirizados, de los
vagabundos y de los esclavos. Y ahora paga sus deudas. Las misericordias hechas
a los “mínimos”, fueron hechas a Él mismo y otorgará las recompensas en nombre
de todos. Sólo aquellos que no lo recibieron cuando apareció en los
innumerables cuerpos de los miserables, serán condenados a la pena eterna,
porque repeliendo al desgraciado repelieron a Dios, negando el pan, el agua, el
vestido al pobre, condenaron al Hijo de Dios al frío, a la sed, al hambre. El
Padre no necesita de vuestro socorro, que todo es suyo y os ama hasta en el
instante mismo en que lo maldecís. Pero se debe amar al Padre también en la
persona de sus hijos. Y los que no mitigaron la sed del sediento, sufrirán de
sed toda la eternidad; los que no confortaron al prisionero, serán eternamente
prisioneros de la Gehena; los que no hospedaron al forastero nunca jamás serán
acogidos en el cielo, y los dientes de aquel que no asistió al calenturiento
crujirán por los estremecimientos de una fiebre eterna.
El gran pobre,
en el día de su gloria retribuirá a cada uno con sus infinitas riquezas,
conforme a justicia. Quien ha dado un poco de vida a los pequeños tendrá la
vida para siempre; quien ha dejado a los pequeños en las penas, tendrá pena
para siempre. Y entonces el cielo desierto se poblará con otros soles más
poderosos, las estrellas resplandecerán más intensamente en el cielo y habrá un
nuevo cielo y una nueva tierra y los resucitados no vivirán como hoy aquí
abajo, a manera de bestias, pero si a semejanza de los ángeles.
. Cuenca, 7 de
abril de 2020.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_______
-El
Evangelio de la madre. E. Enciso. Madrid. 1943
-Historia
de Cristo. Versión española. Mñor. Agustín Piaggio. Editorial Lux. Santiago de
Chile.1923.
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