miércoles, 1 de abril de 2020

Tres criaturas misteriosas

Dragones, basiliscos y grifos.
    Los dragones alados aparecieron por primera vez en la mitología occidental en las obras de la antigua Grecia y en la Biblia, pero fue sin duda en la Europa medieval donde captaron la atención de la gente. Según la leyenda, estas terribles criaturas, a menudo con grandes cuernos, enormes fauces y aliento pestilente, podían atemorizar a un pueblo entero y devorar a las jóvenes doncellas hasta que eran aniquilados por un virtuoso caballero, generalmente armado con una espada mágica.   san Jorge, cuya victoria fue vista como una alegoría del triunfo del cristianismo sobre los poderes de la oscuridad. Los dragones han tenido también una importante presencia en el folclore chino, donde eran seres relativamente benignos. Sin embargo, en Occidente encarnaban el mal; el modelo real del vampiro de ficción Drácula, el príncipe Vlad Tepes, fue apodado Drácula, que en rumano significa dragón y demonio. Una sola gota de su sangre causaba la muerte instantánea, y sus dientes, plantados en tierra, crecían durante la noche en forma de hombres armados.
Dragón.
El héroe más famoso que libro a una ciudad con doncella incluida, fue

El Basilisco era un monstruo letal, mitad serpiente y mitad gallo, provenía de un huevo puesto por un gallo de siete años de edad durante el reinado de Sirio en los cielos. Dicho huevo tenía forma esférica y estaba cubierto por una gruesa membrana, y en ocasiones era empollado por un sapo, que se sentaba sobre él durante nueve años. Este elaborado proceso de gestación producía una criatura cuyo aliento podía helar la tierra resultando mortal, incluso para ella misma. Por ello, y con objeto de evitar sus ataques, era recomendable llevar encima un espejo.

En la iconografía cristiana el basilisco es el encargado de transportar las almas de los condenados al infierno. Simbolizando la muerte y al propio diablo.
Basilisco.

En la iconografía fue empleado como representación del diablo, ya que visualmente es similar a una serpiente y a un dragón. San Agustín explica también que el basilisco es el rey de las serpientes como el diablo es el rey de los demonios. Este animal era apropiado para simbolizar el mal siendo muy utilizado a la largo de la Edad Media en el  arte cristiano.

El grifo, mitad león y mitad águila, su tamaño es muy superior a cualquiera de estos dos animales. Tenía el cuerpo y la cola de un león, pero era ocho veces más grande; poseía la cabeza y las alas de un águila, pero era cien veces más fuerte. Esta extraña criatura se pensaba que habitaba en las montañas, desde donde se lanzaba en picado sobre sus presas; con sus potentes garras era capaz de trasladar hasta su nido a un caballo con jinete incluido –se dice que ambas era sus manjares predilectos- o incluso un par de bueyes uncidos. En ocasiones, los grifos era utilizados como medio de transporte por los dioses; el carro que transportaba a Némesis, la temida diosa de la venganza de los antiguos griegos, era a menudo tirado por grifos.
Grifo.
Como es lógico, se aconsejaba a los humanos que trataran de evitar a esta bestia por todos los medios. No obstante, era tan poderosa que partes de su cuero estaban consideradas como valiosos talismanes en contra del mal y la desgracia. Especialmente apreciadas eran sus garras, del tamaño de cuernos de buey, de las que se decía que se volvían negras al mínimo contacto con veneno. En la Edad Media era corriente vender cuernos de antílope o colmillos de mamuts ya extintos como si fueran garras de grifo.

En la iconografía cristiana el grifo es considerado el guardián del templo.

Cuenca, 1 de abril de 2020.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.


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