Dragones, basiliscos y grifos.
Los dragones alados aparecieron por primera
vez en la mitología occidental en las obras de la antigua Grecia y en la
Biblia, pero fue sin duda en la Europa medieval donde captaron la atención
de la gente. Según la leyenda, estas terribles criaturas, a menudo con grandes
cuernos, enormes fauces y aliento pestilente, podían atemorizar a un pueblo
entero y devorar a las jóvenes doncellas hasta que eran aniquilados por un
virtuoso caballero, generalmente armado con una espada mágica. san Jorge, cuya victoria fue vista como una
alegoría del triunfo del cristianismo sobre los poderes de la oscuridad. Los
dragones han tenido también una importante presencia en el folclore chino,
donde eran seres relativamente benignos. Sin embargo, en Occidente encarnaban el
mal; el modelo real del vampiro de ficción Drácula, el príncipe Vlad Tepes, fue
apodado Drácula, que en rumano significa dragón y demonio. Una sola gota de su
sangre causaba la muerte instantánea, y sus dientes, plantados en tierra,
crecían durante la noche en forma de hombres armados.
Dragón. |
El Basilisco era un monstruo letal, mitad
serpiente y mitad gallo, provenía de un huevo puesto por un gallo de siete años
de edad durante el reinado de Sirio en los cielos. Dicho huevo tenía forma
esférica y estaba cubierto por una gruesa membrana, y en ocasiones era
empollado por un sapo, que se sentaba sobre él durante nueve años. Este
elaborado proceso de gestación producía una criatura cuyo aliento podía helar
la tierra resultando mortal, incluso para ella misma. Por ello, y con objeto de
evitar sus ataques, era recomendable llevar encima un espejo.
En la
iconografía cristiana el basilisco es el encargado de transportar las almas de
los condenados al infierno. Simbolizando la muerte y al propio diablo.
Basilisco. |
En la
iconografía fue empleado como representación del diablo, ya que visualmente es
similar a una serpiente y a un dragón. San Agustín explica también que el
basilisco es el rey de las serpientes como el diablo es el rey de los demonios.
Este animal era apropiado para simbolizar el mal siendo muy utilizado a la
largo de la Edad Media en el arte
cristiano.
El grifo, mitad león y mitad águila, su
tamaño es muy superior a cualquiera de estos dos animales. Tenía el cuerpo y la
cola de un león, pero era ocho veces más grande; poseía la cabeza y las alas de
un águila, pero era cien veces más fuerte. Esta extraña criatura se pensaba que
habitaba en las montañas, desde donde se lanzaba en picado sobre sus presas;
con sus potentes garras era capaz de trasladar hasta su nido a un caballo con
jinete incluido –se dice que ambas era sus manjares predilectos- o incluso un
par de bueyes uncidos. En ocasiones, los grifos era utilizados como medio de
transporte por los dioses; el carro que transportaba a Némesis, la temida diosa
de la venganza de los antiguos griegos, era a menudo tirado por grifos.
Como es
lógico, se aconsejaba a los humanos que trataran de evitar a esta bestia por
todos los medios. No obstante, era tan poderosa que partes de su cuero estaban
consideradas como valiosos talismanes en contra del mal y la desgracia.
Especialmente apreciadas eran sus garras, del tamaño de cuernos de buey, de las
que se decía que se volvían negras al mínimo contacto con veneno. En la Edad
Media era corriente vender cuernos de antílope o colmillos de mamuts ya
extintos como si fueran garras de grifo.
Grifo. |
En la
iconografía cristiana el grifo es considerado el guardián del templo.
Cuenca, 1 de
abril de 2020.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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