Una pierna para Miguel
Juan Pellicer. El milagro de Calanda
La primera vez que me hicieron
fijarme en el lienzo derecho de la capilla del Pilar en la Catedral de Cuenca
tenía siete años. Mi abuelo me explicaba el sentido de los medallones que
alberga la capilla, no podía entender que una pierna apareciera en su sitio si
había sido amputada con anterioridad y enterrada en otro lugar, en mi mente infantil imaginaba mil cosas para explicar tal hecho. Con los años he tenido la
suerte de estudiar cada rincón de ésta y otras muchas capillas de la Catedral,
cada una nos expone las creencias de sus benefactores y nos trasmiten sus
creencias como un libro que espera ser abierto para que su lector descubra el
misterio que encierran sus páginas, así es
nuestra Catedral.
Este hecho llamado “El Milagro de Calanda” sucedió en la
persona de Miguel Juan Pellicer, un arriero de 23 años vecino del este pueblo
Aragonés. He podido ver por los escritos, como por el acta notarial y otros
documentos, como el proceso de verificación que se llevo a cabo por parte de
las autoridades eclesiásticas, todo ello da veracidad a lo acontecido. Para más
pruebas hace cincuenta años su cuerpo fue exhumado en secreto, realizándose una
serie de fotografías que se descubrieron en 1999. En la pierna derecha, a la
altura de la zona de amputación, aparecía una extraña osificación que
incrementaba la verdad de lo que en su momento sucedió.
En el informe diocesano se recogen los datos de los peritos
que participaron en el análisis de los restos. Entre ellos el del Catedrático de
Medicina Legal, D. Valentín Pérez Argiles, muestra la certeza sobre la
identificación correcta de los restos, lo más llamativo es que la pierna que
fue restituida a Miguel Juan Pellicer muestra una serie de anomalías que llamaron la atención: La irregularidad
existente en la tibia derecha y el hecho que fuera 5,5mm más corta que la otra,
justo donde le cortaron la pierna, se aprecia una osificación, estas son
circunstancias que pueden respaldar la identificación de este hombre y dan la
prueba de que posteriormente al milagro, recibiera el apodo del “Cojo de
Calanda”.
En mi reciente visita al Pilar de
Zaragoza puede observar, que en la Basílica del Pilar, se encuentra una capilla
haciendo alusión a estos hechos, así como un mural del año 1952 en el que se refleja
el momento de ese sueño durante el cual ocurrió todo. En la pintura, la Virgen
está cerca del enfermo y le coloca la pierna. Dentro de “El Humilladero” hay otro cuadro pintado por Miguel Ángel Albareda,
en el que un ángel de pelo largo rubio y vestido de blanco repone la pierna,
reconstruyendo en el lienzo la noche del milagro colocando la pierna, así también se aprecia en el lienzo de la capilla de la Virgen del Pilar de la Catedral de Cuenca.
Explicados los antecedes puedo pasar ahora a describir el
milagro:
Sucedió entre las 10 y las 11 de
la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa aragonesa de Calanda, en
la persona del joven Miguel Juan
Pellicer, de 23 años, cuando
sucedió tendía 19. Trabajando de arriero en Castellón de la Plana, cayó de un
carro cargado de trigo que conducía con la mala suerte que una rueda le aplastó
la pierna derecha. Pasó 5 días en el hospital de Valencia y pidió ser llevado
al hospital de Ntra. Sra. De Gracia de Zaragoza. Fue necesario amputarle la
pierna, al comenzar la gangrena en ella, fue cortada cuatro dedos por debajo de la rodilla.
El cirujano que se la amputó fue D. Juan Estanga, la pierna fue enterrada por
el practicante Juan Lorenzo García.
Dos años estuvo convaleciente y
luego fue mendigo en la puerta del templo del Pilar. Cada día se untaba el
muñón de su pierna con el aceite de las lámparas que arden ante la Virgen del
Pilar mientras pedía limosna.
Volvió a Calanda y como su
habitación estaba ocupada por un soldado en régimen de pensión, tuvo que dormir
en un jergón en el suelo, al lado de la cama de sus padres. Cual fue la
sorpresa que al entrar sus padres lo encontraron durmiendo con dos piernas,
comprobándose que era la misma al tener un grano y unas cicatrices que poseía
antes de su amputación.
Tras la curación volvió a Zaragoza
para dar gracias a la Virgen, incoándose en el arzobispado el milagro el 5 de
junio de 1640. El milagro se divulgó rápidamente por la Corte y Vicente fue
recibido en Madrid por el Rey Felipe IV un año después.
Cuenca, 29 de marzo de 2019 y el 29 de marzo de 2024.
José María Rodríguez González-
Profesor e investigador histórico.
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