Cuando oímos
hablar de Abraham enseguida se nos va la mente al primer patriarca del judaísmo
que su historia es contada en todos los textos sagrados de las religiones
abrahámicas como son el judaísmo, el cristianismo y el islam. Pero hemos de
pensar que los nombres, a través de los tiempos, son caprichosamente
distribuidos y ello nos lleva a veces a confusiones.
San Abraham. |
En esta
ocasión San Abraham nació en las cercanías de Edesa en la Mesopotamia del
norte, (según nos cuenta san Efrén) de padres muy ricos. El primer episodio que
conocemos es extraño y escandaloso: en su noche de bodas abandonó a la novia y
huyó lejos, hasta la región del Helesponto, lo que hoy llamamos estrecho de los
Dardanelos, para convertirse en penitente ermitaño.
Allí vivió en
una gruta diez años en la más completa soledad, sin más que un manto y un
cilicio para vestirse, una estera para dormir, un vaso para beber un poco de
agua y hierbas crudas del campo por todo alimento.
El obispo de
Lampsaco (ahora la ciudad turca de Lapseki) le suplicó que accediera a
evangelizar a un pueblo de aquellos contornos cuya barbarie era proverbial y
que se distinguía por su tenacidad en el paganismo. El eremita, muy a pesar suyo, acabó aceptando
tal misión, y después de ser ordenado sacerdote, se dirigió hacia allí.
San Abraham, predicación. |
Lo primero que
hizo fue levantar una suntuosa iglesia, para que el verdadero Dios tuviese una
casa digna en el pueblo, y luego destruyó los ídolos a los que tan apegados estaban los
indígenas; éstos como era previsible, montaron en cólera, le dieron una
soberana paliza y le echaron. Al día siguiente volvió para predicar, y se
repitió la misma escena, con palos e injurias hasta darle por muerto.
Así una y otra
vez San Abraham insistía siempre lleno de mansedumbre y caridad, recibiendo los
malos tratos con una sonrisa, hasta que al cabo de tres años su ejemplo
inaudito conmovió a los idólatras, que pidieron hacerse cristianos. El les
instruyó en la fe, bautizó a un millar de personas y en seguida huyó a su gruta
para seguir viviendo hasta su muerte en la bendita soledad de Dios, acaeciendo
en el año 367.
Publicado en Cuenca, 16 de
marzo de 2020 y el 16 de marzo de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario