sábado, 14 de mayo de 2022

San Isidro (1080-1130). 15 de mayo.

   Este santo patrón de Madrid es paradójicamente un labriego, un campesino que inspiró a Lope de Vega una infinidad de versos con más fervor que historicidad. El 12 de marzo de 1633 fue canonizado este humilde labrador, y se fijó el 15 de mayo su fiesta.

La base y la única fuente escrita de la vida de san Isidro es la biografía latina del franciscano Juan Diácono, que vivió en el siglo XIII, siglo y medio después de la muerte del Santo, que pertenece a la última mitad del siglo XI y primera del XII. Nada más seguro que la narración del biógrafo franciscano. Basándome en ella realizaré un resumen como vengo haciendo con los demás santos que expongo en mi blog, todo ello para no hacer interminable su lectura. Leves pinceladas que saben bien, pues hay que hacer presente el popular adagio: “lo bueno, si es breve, dos veces bueno”.

Debió de nacer en Madrid, posiblemente en el barrio que pertenecía a la parroquia de san Andrés. Fue jornalero en los alrededores de aquella diminuta población del siglo XII que resultaba Madrid. Contrajo matrimonio en Torrelaguna con a joven María Toribia (según la tradición santa María de la Cabeza), tuvo por hijo a san Illán y se cree que estuvo al servicio de un tal Juan de Vargas.

De los muchos milagros que se le atribuyen, el más célebre es que interrumpiendo su labor de labranza por la oración. Un ángel se hacía cargo de la yunta de bueyes y seguía abriendo los surcos en la tierra mientras él se entregaba a sus oraciones.

Como rasgo de la bondad de su corazón nos cuenta su biógrafo otro milagro: Un día de nieve, dirigiéndose al molino, con un mozo a moler trigo, vieron en los árboles una banda de palomas hambrientas. Limpió la tierra con sus manos y les echó parte del trigo que tenía preparado para sus necesidades. Llegados al molino, no se halló merma ninguna en el saco, y la cantidad de harina creció con relación al trigo aportado.

Su biógrafo termina así su historia: “Este excelente varón, de intachables costumbres, que tuvo su legítima mujer e hijo, y rigió convenientemente su casa, viviendo loablemente, mereció alcanzar una muerte más loable aún”. Cuenta cómo recibió los últimos sacramentos y dirigió a su familia una fervorosa exhortación, y luego recogió las manos sobre su pecho y cerrando los ojos, se entregó enteramente a su Redentor, a quien siempre había servido.

Fue sepultado en el cementerio de san Andrés Apóstol. Allí estuvo cuarenta años sin que nadie lo visitara. En tiempo de lluvia, un arroyo que pasaba cerca se desbordó, entrando dentro del cementerio y efecto a su sepultura. El Santo se apareció a un vecino y le pidió que trasladase el cuerpo del cementerio común a la iglesia. El vecino se resistió, pero cayó enfermo y no curó hasta que se hizo el traslado. El cuerpo estaba entero y fue colocado en un mausoleo en la mencionada iglesia de san Andrés, junto al altar de los bienaventurados Apóstoles.

Publicado en Cuenca, 15 de mayo de 2020.

Por José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


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