Dos de los
primeros seguidores del Señor se emparejan hoy en el calendario por una
circunstancia histórica puramente fortuita, el hecho de que el siglo VI las
reliquias de ambos se trasladaron a la
basílica de los Santos Apóstoles de Roma, donde todavía se veneran.
A pesar de su
nombre griego, “el que ama los caballos”, Felipe era un judío de Betsaida,
galileo como Pedro y Andrés, a quien según el Evangelio bastó una sola palabra,
“Sígueme”, para que lo dejase todo y siguiera al Rabí. Apenas convertido en
discípulo lleva Jesús a otro de los doce, Bartolomé, y luego se le cita varias
veces más (en la multiplicación de los manes, en la última Cena)
Da la
impresión de ser fiel, sencillo y dócil, con buena voluntad, aunque no muy
agudo, y que le cuesta penetrar en el sentido espiritual de lo que oye y ve (lo
cual subraya que los apóstoles no fueron elegidos por ser lumbreras, poderosas
inteligencias, almas de excepción, sino que eran un material humano tosco del
que el Maestro saca la luz).
Se supone que
predicó en Escitia y Frigia, y que murió en Hierápolis crucificado cabeza
abajo, como san Pedro.
Santiago, hijo
de Alfeo, llamado el Menor (quizá porque se incorporó más tarde al grupo
apostólico), seguramente es el mismo a quien se conocía por “el Justo”, que
presidió de modo tan ejemplar la comunidad cristiana de Jerusalén, alma del
primer concilio, que murió lapidado y a quien se atribuye una de las epístolas
del Nuevo Testamento.
San Felipe y Santiago. |
Pero lo que
más le individualiza es el ser primo hermano de Jesús, a quien debía de
parecerse mucho físicamente; en la Iglesia griega se le llama “el hermano de
Dios”, y de él dice un autor antiguo que “quien ve a este hombre es como si
viera a Cristo, por la gran semejanza que existió entre ellos”. Este es el
privilegio de Santiago el Menos, ser el vivo retrato de una persona divina.
Publicado en Cuenca, 3 de
mayo de 2020 y el 3 de mayo de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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