En Cuenca tenemos la suerte de
tener en nuestra ciudad un Oratorio de San Felipe Neri, en la calle Alfonso
VIII, que fue fundado por el Obispo Don Isidro de Carbajal y Lancaster y su hermano D. Álvaro, canónigo de Cuenca, lo fundaron a sus expensas en el año 1738.
Muy poco sabemos de este Santo, es por ello que me he decidido a contaros un poco sobre él.
Muy poco sabemos de este Santo, es por ello que me he decidido a contaros un poco sobre él.
Nació un 21 de julio de 1515 en
Florencia. Su padre era notario, estudió humanidades y con 16 años lo enviaron
cerca de la abadía benedictina de Montecassino, a trabajar en negocios de la
familia. Allí acudía a meditar a una ermita de la orden, sintiendo la vocación
religiosa. Decidió irse a Roma y mientras daba clases, estudió filosofía y
teología. La ciudad estaba sumida en el libertinaje tras el saqueo de Roma en
1527 por las tropas de Carlos V. El Santo se dedicaba a la oración y comenzó a
predicar la necesidad de volver a una vida más cristiana. Por este motivo se le
conoce como el apóstol de Roma, porque volvió a evangelizar la ciudad.
Se afirma que un día de
Pentecostés del año 1544, mientras rezaba, se le apareció el Espíritu Santo
para entregarle el amor divino en forma de bola de fuego, que penetrando por su
boca, le dilató tanto el corazón que le rompió dos costillas para que pudiese
caber dentro de su pecho, por eso se le representa con un corazón llameante.
Esta herida nunca se le cerró. Los latidos del corazón eran tan fuertes que la
gente era capaz de oírlos y también podía ver el resplandor que emanaba de su
pecho, sobre todo cuando decía misa.
En 1551 es ordenado sacerdote, y
aunque aceptó el cargo de párroco de una iglesia romana, vivía de la caridad
junto a varios compañeros. Organizó conversaciones espirituales durante las
cuales rezaban, hablaban y leían textos religiosos.
Poco a poco fue aumentando el
número de simpatizantes y la gente los empezó a llamar oratorianos porque
tocaban la campana e invitaban a orar a los fieles. En 1575 el Papa Gregorio
XIII aprobó la congregación del Oratorio, cuyos miembros son religiosos
seculares que viven en comunidad pero sin prometer votos y que tienen como
principal objetivo orar, predicar ministrar los sacramentos. Entre los
simpatizantes se encontraba el músico Giovanni Palestrina, que compuso e
interpretó para ellos varias piezas musicales. De esta manera nació el oratorio
como género musical.
Era conocido por su buen humor y
su alegría, que contagiaba a todos, aunque en los últimos años de su vida tuvo
numerosos achaques y enfermedades. Cuentan que una vez la Virgen María se le
apareció, le curó una inflamación vesicular y le dio un maternal abrazo. Eran
frecuentes sus arrebatos de éxtasis, como atestiguaban los asistentes a sus
misas y oficios.
Es representado iconográficamente con capelo cardenalicio,
otras veces con corazón llameante, con libro abierto donde se lee Dilatasti cor meum (Salmo 118) que
traducido del latín quiere decir “Ensanchaste mi corazón”.
Publicado en Cuenca, 26 de mayo de 2019 y el 26 de mayo de 2024.
Por: José María Rodríguez
González. Profesor e investigador histórico.
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