Hoy 28 de mayo celebramos la festividad de San Agustín de Cantorbery que mucho tuvo que ver con la
evangelización de Inglaterra.
La historia nos la cuenta el
monje benedictino llamado Beta el Venerable que vivió entre los años 672 y 735, fue escritor y erudito. Su obra más conocida fue “Historia eclesiástica del
pueblo de los Anglos” donde nos relata
la evangelización de Inglaterra.
San Agustín de Cantorbery |
Cuenta que paseaba en el foro
romano el abad de Monte Celia, que se
llamaba Gregorio, entre la muchedumbre de esclavos vio a unos jóvenes que le
llamaron la atención por su belleza, la blancura de su tez y la largura de sus
cabellos rubios. Preguntando de dónde eran estos esclavos, al mercader; éste le
contestó que de la isla de Bretaña, donde aún no se conocía a Cristo.
Desde ese momento Gregorio se
interesó por su evangelización pero el pueblo romano no le dejó al aclamarlo
poco después como su obispo.
Poco después Gregorio fue elevado
a Sumo Pontífice y no olvidando sus deseos de evangelizar a los ingleses, al no
poder ir él personalmente pensó entonces en Agustín, que era el prior del
monasterio de Monte Celio.
Salió San Agustín de Roma con
otros cuarenta compañeros el año 596 y desembarcó a principio del año siguiente
en la región de Thanet, en el mismo lugar donde había desembarcado Julio César.
Lo que éste no había logrado con sus legiones lo iba a lograr ahora Agustín con
sus cuarenta compañeros: la conquista de Inglaterra para Cristo.
Autorizados por el rey Etelberto,
hicieron los monjes su entrada triunfal en la capital de Kent, Cantorbery. Iban
procesionalmente precedidos por San Agustín, alto y de prestancia patricia.
Justo a él un monje llevaba la cruz de plata y otro un estandarte era coa
imagen de Cristo. Todos cantaban la oración de las Rogativas: “Conjurámoste,
Señor, por tu misericordia, que apartes tu ira de esta ciudad y de tu santa
casa, porque hemos pecado. Alleluia”.
Así empezó la conquista
espiritual de Inglaterra para el imperio de Cristo, al mismo tiempo que los
bárbaros invadían Italia y arruinaban la civilización de Roma. El pacífico
escuadrón de Agustín domina pronto en toda la Isla, donde las águilas romanas
no habían podido posar su vuelo. No hay en la historia una conquista más
pacífica y grandiosa.
El rey Etelberto recibió pronto
el bautismo con todos los grandes de su corte. Un año, en el día de Navidad,
bautizó en el Jorch varios millares. Los enfermos sanaban al mismo tiempo de
sus dolencias corporales.
San Agustín volvió a Francia para
ser consagrado obispo. Y luego él consagró a otros varios en Inglaterra, que
envió por diversas regiones, mientras la sede principal fue establecida en
Cantorbery.
La predicación de San Agustín
estuvo acompañada, como la de los Apóstoles, con multitud de milagros y gracias
extraordinarias. San Gregorio, sabiendo estas maravillas, le escribió desde
Roma recomendándole la virtud de la humildad.
El apostolado de San Agustín duró
solamente siete años. Su muerte acaeció el 26 de mayo del año 609. Su fiesta la
introdujo en el Misal Romano el Papa León XIII, con el deseo de atraerse a los
ingleses hacia la Iglesia Madre.
Cuenca, 28 de mayo de 2019 y el 28 de mayo de 2024.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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