Veneciano de
una gran familia senatorial, muy pronto quedó huérfano de madre, y su padre
cuidó de darle una esmeradísima educación. Aún no tenía veinte años cuando
acompañó al embajador Contarini al congreso de Munster, y allí conoció al
nuncio de la Santa Sede, Fabio Chigi, quien influyó mucho en él.
A su regreso
fue magistrado, pero le atraía la vida religiosa y estuvo a punto de hacerse
carmelita, hasta que decidió ingresar en el clero secular e inició sus estudios
en Padua. En 1655 era sacerdote, y enseguida le llamó a Roma su consejero de
Munster, que era ahora el Papa Alejandro VII.
Nombrado
obispo de Bérgamo, encontró una diócesis muy abandonada, que transformó por
completo con su ejemplo de austeridad, la fundación de un seminario y la
solicitud con que atendía a su grey. Más tarde, siendo ya cardenal, pasó a
obispo de Padua, lugar de proverbial relajación de costumbres, donde repitió en
mayor escala la labor reformista
inspirada en san Carlos Borromeo.
Obispo
popularmente famoso por el caudal de limosnas que repartía y por la severidad
con que reprimió abusos ya muy antiguos (tuvo que meter en cintura a muchas
monjas y cerrar los locutorios de los conventos en los días de carnaval), hizo
frente a varias rebeliones de canónigos, le dispararon pistoletazos y un
párroco fijó en lugares públicos una violenta sátira contra él. Como se ve, no
siempre los prelados que aplicaban las normas de Trento gozaban del beneplácito
general. Murió con merecidísima fama de santo y fue canonizado en 1960.
Cuenca, 17 de
junio de 2020.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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