miércoles, 26 de junio de 2024

Virgen del Perpetuo Socorro. Su historia y la descripción de cuadro. 27 de junio.

    Mi educación mariana hace que hoy os traiga un poco de la historia del cuadro de La Madona y su descripción. Toda festividad mariana era muy tenida en cuenta por los Hermanos Maristas, con los que pase siete años de mi vida.

Cuenta la tradición que a mediados del siglo XV murió en Roma un mercader cretense, cuyo nombre se desconoce, el cual había logrado fugarse de la isla cuando la invasión musulmana en el año 1453, llevando consigo un milagroso cuatro de la Virgen muy venerado en la isla de Creta, siendo su origen descocido.

Al llegar a Roma, el mercader entregó la imagen a un amigo suyo, el cual le dio palabra de que sería expuesta públicamente y venerada en una iglesia de la ciudad. Pero luego a instancias de su mujer que quedó prendada del cuadro, dejó de cumplir lo prometido y lo guardó en su casa.

Tres veces se le apareció de noche la Virgen para recordarle la voluntad de su amigo cretense, a la sazón ya difunto, pero fue en balde. Finalmente, oyó que la Virgen le decía enojada: “Está visto que para que yo pueda salir de tu casa, será menester que salgas tú primero”. A los pocos días murió, arrebatado de una súbita enfermedad.

Para convencer a esa mujer se apareció a su hija de seis años, y le mandó que recordase la orden a su madre. Con ese aviso entró la mujer en sí comprendiendo que debería entregarlo por mucho que le gustara el tenerlo.

En otra aparición a la niña se le dio a conocer en qué iglesia debería ser venerada la Virgen: “Quiero que se coloque mi imagen entre la iglesia de Santa María la Mayor, para mí tan querida, y la de mi hijo Juan de Letrán”. Entre ambas basílicas se hallaba la iglesia de San Mateo, antigua residencia del Papa san Cleto, el cual la convirtió en capilla y la dedicó a dicho santo evangelista. Dicha iglesia estaba gobernada por los Hermanos Ermitaños de San Agustín, vulgarmente llamados Padres Agustinos, quienes recibieron el milagroso cuadro con grandes muestras de veneración y jubilo.

La imagen fue  llevada en procesión a la iglesia de San Mateo el 27 de marzo de 1499, en una solemne procesión recorriendo triunfantemente las calles y plazas de Roma.

DESCRIPCIÓN DEL CUADRO:

El cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro, de autor desconocido, es una bellísima pintura sobre madera de perfecto y depurado estilo bizantino y parece ser obra del siglo XIII o XIV. Mide exactamente 53 centímetros de lado por 41 y medio de ancho. Por un sencillo y conmovedor simbolismo, es como una de las primeras manifestaciones de la devoción a los Dolores de la Virgen, que se propagó dos siglos más tarde con el nombre de Nuestra Señora de la Misericordia. El Divino Infante se halla en brazos de su amorosa Madre. Aprieta con sus manecitas la derecha de la Virgen, y mira como asustada a dos ángeles que se le acercan presentándole los instrumentos de la Pasión.

El rostro purísimo de la Virgen parece expresar el profundo dolor que siente su alma con aquella vista; no obstante permanece sereno y sosegado: no representa todavía la agonía mortal de Madre de los Dolores al pie de la Cruz. De las siete espadas que han de clavarse en su maternal Corazón sólo una lo atravesó hasta ahora, al vislumbrar el inmenso sacrificio necesario para la humana Redención. María se muestra, pues, en el milagroso cuadro expresando en su rostro los sentimientos que tuvo sin duda en su alma los treinta y tres que vivió Jesús.

Sube de punto la expresión de melancólica que se desprende de esta escena, con la austera gravedad del estilo bizantino. La Virgen se destaca sobre fondo dorado. Circunda su cabeza un nimbo primorosamente adornado, formado por dos círculos concéntricos separados por una ancha faja florida y rameada. Sobrepuesta al nimbo va en la parte superior la diadema de oro con que fue coronada por el Cabildo del Vaticano. Un velo azul envuelve su cabeza ya tocada con otro velo de color verde y cae luego por todo el cuerpo. En la parte frontal del velo azul brilla una estrellita de ocho puntas y una crucecita griega florenzada. Los pliegues de las sombras del vestido van señalados con trazos dorados. A uno y otro lado de la corona se lee en griego el nombre de la Madre de Dios.

Un nimbo crucífero, atributo de la divinidad, circunda la cabecita del Niño Jesús, llevando asimismo en la parte de diadema de oro con que le coronó el Cabildo Vaticano. Viste el Niño Jesús túnica verde sujeta con ceñidor encarnado, casi toda ella tapada por un amplio manto de color amarillo oscuro. Tiene una sandalia desprendida del pie, del que cuelga por una ligera ligadura. Al lado del Niño se leen las iniciales griegas de su nombre, Jesucristo. Hay un ángel a derecha y otro a la izquierda de la Virgen. Representan a san Miguel y san Gabriel, como lo rezan sus nombres escritos encima en abreviatura griega. Ambos visten túnica de color rojo y un manto de distinto color. Sostienen en sus manos los instrumentos de la Pasión. San Miguel presenta la lanza y la caña con la esponja que salen del vaso de hiel y vinagre; san Gabriel, los clavos, una cruz en forma de las llamadas “de las Catacumbas”, la tablilla de la sentencia y el supedáneo o apoyo de los pies.

Publicado en Cuenca, 27 de junio de 2020 y 27 de junio de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.


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