Las huellas de los pies
del Salvador.
Este año de 2019, cuarenta días
después del domingo de Resurrección. Este jueves, 30 de mayo se cumplen los
cuarenta días. Conmemora la Ascensión del Señor al cielo, en presencia de sus
discípulos, tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo. Este es un día
festivo en muchos países del mundo, siendo una festividad muy antigua que
muestra la glorificación de Jesús. Todo un contrapunto a la humillación sufrida
durante el suplicio y la muerte que representa la Semana Santa.
Como el día de la Ascensión cae
este año en jueves, cumpliéndose el cuadragésimo día desde el primer día de
Pascua. Esta festividad se ha trasladado al domingo siguiente, pasándose a
llamar Domingo de la Ascensión, que
este año será el 3 de junio de 2019.
Según el Nuevo Testamento, su
origen parte de que Jesucristo se reunió varias veces con sus discípulos
durante los 40 días después de su Resurrección, con el fin de instruirlos sobre
cómo llevar a cabo sus enseñanzas. Se cree que cuando se cumplieron los
cuarenta los días llevó a sus discípulos al Monte
de los Olivos, donde vieron cómo ascendía al cielo.
Al subir al cielo, Jesucristo
dejó los vestigios de sus pies divinos impresos en la roca en que descansaron
por última vez. Durante muchos siglos han sido visibles, y besados con respeto
y regados con lágrimas de arrepentimiento y amor. San Jerónimo, San Sulpicio
Severo y San Pauino de Nola han atestiguado este hecho milagroso. “Se va a la Judea –dice San Agustín- para adorar las huellas de los pies de
Jesucristo que se ven en el monte de los Olivos”.
Monte de los Olivos y la mezquita en la actualidad |
Durante el sitio de Jerusalén por
Tito, el ejército romano acampó largo tiempo en esta montaña, sin que ni los
movimientos de las tropas, ni las patas de los caballos, ni los trabajos del
campo pudiesen borrar esas huellas sagradas.
Santa Elena, llena de veneración,
hizo construir en el mismo lugar una iglesia con una cúpula elevada, cuya
cúspide nunca se llegó a cubrir ni artesanalmente.
Cuenta San Eusebio, que cuando se
quiso pavimentar y cubrir de mármol las huellas de los pies, se tuvo que
desistir del intento por imposible. Todo cuanto se ponía era rechazado al
instante por una fuerza invisible, y no hubo más remedio que dejar al
descubierto el lugar de las huellas. Dios quería que los fieles pudiesen
contemplar a la vez las huellas sagradas del Salvador en la tierra, y por
encima, el paso por donde El tomó su
ruta hacia el cielo.
Hacia finales del siglo VII el
edificio se encontraba aún en este mismo estado, pero fue destruido durante las
guerras de los sarracenos. La parte de la roca que guarda las santas reliquias,
fue encuadrada en cuatro piezas de mármol, se halla en la actualidad encerrada
en una pequeña mezquita. Sólo se ve el pie izquierdo, pues la devoción de los peregrinos,
según se cree, ha hecho desaparecer el pie derecho.
Cuenca, 30 de mayo de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
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