La Virgen de septiembre. Esta es una fiesta muy antigua que empezó a celebrarse en Oriente y que antes del año 700 era en Roma un de las grandes solemnidades marianas. Conmemora el primer episodio de la Redención, a la que anuncia, como dicen con garbo popular los versos de Lope de Vega:
Canten hoy, pues
nacéis vos,
Los ángeles, gran
Señora,
Y ensáyense desde
ahora
Para cuando nazca
Dios.
Por su parte Giotto ve este momento en la capilla paduana de los Scrovegni con una serena majestad que no olvida los detalles cotidiano, como queriendo transmitir la lección del hecho trascendental que irrumpe en la vida común sin turbarla. La Virgen nace discretísimamente.
Catedral de Cuenca. |
Un himno anónimo quizá del siglo VII, el Ave maris stella, explica con mucha sencillez, para los analfabetos espirituales que somos, lo que empieza en este día: santa Madre del Verbo, perpetua Virgen, puerta feliz del Cielo, y en seguida pide: Monstra te ese matrem, Demuestra que eres madre.
Vergo singularis, Oh doncella única, libres ya de pecados, haznos buenos y puros, y en un inciso proclama el gran elogio: Inter omnis mitis, Benigna como nadie, que tal vez habría que traducir más llanamente: Tú sí que eres buena. He ahí la más consoladora de las conclusiones. María nació con un fin que no puede estar más claro: Ut videntes Jesum, Semper collaetermur. Para que viendo a Cristo siempre nos alegremos.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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