Era hijo de un general del imperio bizantino, algo tiene de la inquebrantable decisión del espíritu militar: era un hombre brusco, violento, poco diplomático, y a esa característica suya se atribuyen las desdichas que se abatieron sobre él.
San Juan Crisóstomo. Relieve bizantino. Siglo IX. Museo del Louvre. |
Como he dicho tenía un carácter fuerte, pero se le recuerda como uno de los mejores oradores de la humanidad, además de cómo doctor de la Iglesia griega. Se le llamaba: Juan el de la Boca de Oro, Juan Pico de Oro.
Una voz sin contemplaciones, sin miedo, en la Constantinopla que hervía de intrigas y vanidades. Fue el gran discípulo del retórico Libanio, a quien se lo arrebató la fe, y curiosamente este hombre de la palabra empezó su nueva vida de converso con el silencio, en el desierto. Para aprender a hablar antes hay que aprender a callar y a escuchar el silencio, lección que no le dio Libanio, sino el Espíritu Santo.
Luego, arzobispo de Constantinopla frente a todos, la Corte, las turbas, los intrigantes palaciegos; conoció el exilio y el retorno, pronunció los grandes discursos en los que mezcla el vigor y la ternura, la violencia y la persuasión, la pasión por la causa de Dios y el arte oratoria, la defensa de los oprimidos y las verdades de la fe.
Dicen que cuando Satanás, irritado por sus triunfos, volcó su escritorio, el santo mojo la pluma en su propia boca y la sacó con tinta de oro, y en la iconografía bizantina el pergamino arrollado que lleva en la mano se prolonga en un río del cual beben los fieles.
Juan morirá en el desierto, rodeado por fin de silencio, lejos de las multitudes de Constantinopla, solo y haciendo homenaje de su elocuencia al silencio de Dios. Su emblema es una colmena de abejas, aludiendo metafóricamente a su elocuencia, dulce como la miel.
Es el patrono de los predicadores y de la ciudad de Constantinopla.
Publicado en Cuenca, 13 de septiembre de 2020 y 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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