Mateo es un Apóstol, hombre decidido y generoso desde el primer momento de su vocación. Es también evangelista, el primero que por inspiración divina puso en escrito el mensaje mesiánico de Jesús.
Mateo fue judío, como indica el nombre de su padre Alfeo y el mismo suyo, que en nuestra lengua es lo mismo que “don de Dios”, como Teodoro o Adeodato. Ejercía en Cafarnaúm, puesto fronterizo y puerto de gran movimiento, el oficio de alcabalero o recaudador de impuestos como jefe subalterno, al servicio de Herodes Antipas.
Retablo de san Mateo y san Lorenzo. Catedral de Cuenca. |
Un día que Jesús salía de la ciudad de Cafarnaúm en dirección al lago, se figó en Mateo, sentado en su banco frente a la mesa de contribuciones. Fue un fijarse propio de Jesús y sobre todo con amor. La mirada equivale ya a una invitación cariñosa. Siguió luego la palabra, que habla al oído y al corazón: “Mateo sígueme”. No fue preciso más.
Mateo fue generoso en seguir el llamamiento y agradecido al mismo tiempo. Se dio desde el primer instante de que había recibido un beneficio y quiso corresponder y agradecerlo. Dio un banquete en su casa, al que invitó a Jesús y a sus discípulos y a muchos colegas suyos “publicanos y pecadores”, como dijeron los escribas y fariseos.
El N.T. no vuelve a hablar de San Mateo, si no es en la lista de los doce Apóstoles. Como todos ellos, acompañó a Jesús durante el ministerio público, fue testigo de la Resurrección y diversas apariciones y por último asistió a la Ascensión y recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés.
Los datos que añade la tradición no nos dan plena seguridad sobre el apostolado concreto de san Mateo y su final glorioso. Es cierto que su primera predicación fue en Palestina a los judíos. Clemente de Alejandría nos dice en el siglo III que su apostolado palestino duró quince años. Las demás regiones evangelizadas por el primer evangelista no podemos determinarlas con certeza, pues los testimonios son ya tardíos y no concuerdan del todo. San Gregorio Magno nos habla de Etiopía y San Isidoro de Macedonia.
Paree cierto que murió mártir, pues así o ha creído siempre la Iglesia de Oriente y Occidente, pero no podemos determinar ni el año, ni el lugar, ni la clase de martirio.
El cuerpo del Apóstol se conservó largo tiempo en la ciudad de Nadaber, donde padeció martirio, hasta el año de 1080 que fue trasladado a Salerno, en el reino de Nápoles, de donde su cabeza fue llevada a Francia, y se conserva con gran veneración en la catedral de Beauvais, y también se adoran algunas reliquias suyas en la catedral de Chartres.
Cuenca, 21 de septiembre de 2020 y el 21 de septiembre de 2024.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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